La actriz
Ella de niña quería soñar, dibujar con sus dedos en el cielo un arcoiris con naranja y violeta. Cuando corría descalza por la hierba sabía y sentía que semanas después, sobre sus huellas, crecerían flores.
Con los años descubrió el cine, los gestos, sentimientos encerrados bajo la sombra de una interpretación que quería hacer ella.
Hizo de aquello su pasión, y con esfuerzo y sacrificio, ascendió por esas escaleras que llevan a una puerta negra, tras la que no sabes qué encontrarás hasta que la cruzas y la abres en silencio.
Una vez alcanzada, había fama y ramos de flores, pretendientes enamorados de su foto en las revistas y vacíos más grandes de lo que podía saltar.
En esa cuerda floja cumplirá pronto los cuarenta.
Cuando tiene que llorar frente a la cámara, piensa en aquella niña que sembraba flores con sus pies, y el porqué la dejó atrás, el precio pagado por seguir unos sueños dibujados con un lápiz que se borraban con los años.
Quizás algún día gane un Óscar con la autenticidad y sinceridad de sus lágrimas, pues cuando llora… nace de lo profundo de su corazón.
Sonreirá levantando el trofeo mientras una lágrima cruza su mejilla… pero no tendrá sabor a sal, y la estatua estará hueca, aunque quizás entonces recuerde el secreto de dibujar arcoiris con los dedos.
Fotografía de la actriz Léa Seydoux, cuyo origen es este
La soledad de quién es algo distinto de lo que todos ven, cuando la imagen proyectada es sólo eso, una imagen y a nadie le importa lo que hay detrás, el ser humano palpitante que hay detrás…
Me ha gustado mucho, sensaciones muy bien narradas.
Un abrazo lento.