Lecciones de la deriva (III)

Siempre me ha sorprendido la capacidad que tenemos de mentirnos a nosotros mismos. Ya lo decía el Dr. House: «El paciente siempre miente«, y cómo informático es una de las frases que más repito cuándo encuentro un agujero en la teoría de alguno de mis usuarios mientras les ofrezco soporte técnico. Todos mentimos. Y sobre todo, todos nos mentimos.
Lo hacemos al creernos más jóvenes de lo que somos, creer que valemos más de lo que valemos, o creer que merecemos más de lo que tenemos. Nos mentimos para justificar actos que pueden ser mal vistos, incluso cuando en el fondo, sabemos que efectivamente, están mal hechos.
Yo creo que me he mentido demasiado, y el Universo me lo ha hecho pagar.

No me queda otra que volver a empezar, con todo.
Llevo días sintiéndome tan vacío y solo, como falto de apoyo.
Qué increíbles son esas personas que consiguen alejar esa hueca sensación de soledad que a todos nos amenaza. Esas personas que consiguen hacerte sentir que por hostil y frío que sea a veces el Mundo, puedes confiar en alguien, incluso más que en ti mismo.
Y lo más duro, es que esas personas no se pueden buscar, tan solo debes completar un inmenso trabajo interior, para que cuando se crucen en su camino, quieran quedarse en tu vida.
Y si se quedan, no cometer errores, como los que yo he cometido, para que se vayan.



📷 Imagen de Henry & Co. en Pexels

 

Poco importa el amor, la profundidad del alma, lo mucho de ti que des a los demás. La vida no es justa, cómo el azúcar, que endulza nuestros alimentos, pero al mismo tiempo, te envenena y de genera adicción o diabetes. Desde pequeño he vivido cómo aquellas personas más «marchosas» o idales para salir de fiesta eran priorizadas a un espíritu complaciente, tranquilo y adicto a su espacio. Todos hemos vivido alguna vez, lo que es entregarnos sin medida a alguien para ayudarle a superar un bache, y que una vez ha salido, emprende un viaje que le lleva lejos de ti. Y eso, una y otra vez.
No se suele compensar el amor con segundas oportunidades.

Ya no queda nada, tan solo mi imagen en el espejo. Hay un muñeco sonriente con mi cara, al fondo, que me susurra que mantenga la calma, que todo pasa, que me reconstruiré cómo las cien veces anteriores. Miro resignado al suelo sabiendo que es probable que tenga razón, pero me niego a mirar su sonrisa no vaya a ser que me contagie.
Estamos solos, esa es la única verdad.
La diferencia es que, al menos en mi caso, me lo merezco.

También te podría gustar...

2 Respuestas

  1. Una princesa.... dice:

    No seas tan duro contigo mismo. La soledad llega. A veces la deseamos y otras veces llega cuando no estás preparado. Ahí comienza la metamorfosis. Vales mucho! Pero resulta que eres humano. Vuelve a encontrarte contigo mismo y pon en marcha lo que mejor sabes hacer…costurero de almas

  2. V dice:

    «Qué es la soledad? —Pregunta el Principito.
    —Es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un momento de reflexión.»

    Que esa reflexión te lleve a conclusiones que te hagan plenamente feliz a ti.

PHP Code Snippets Powered By : XYZScripts.com