Los duendes del agua
Si hubieran sido vistos, habría alguna leyenda que hablara de ellos. Pero lo cierto es que son tan sigilosos, que parecen invisibles, y de tanto parecerlo, han acabado siéndolo. Les encantan las turbulencias, y su pequeña utopía, es el Caos.
Ellos acentúan la marca de unos labios en una camisa, para que nazca la sospecha y la duda, los celos y la ruptura. Ellos disminuyen los coeficientes de rozamiento de las superficies para vernos caer al resbalar, y disfrutar entre carcajadas imperceptibles de esos momentos. Ellos, ágiles y rápidos, juegan a darle la vuelta a las tostadas cuando se nos caen de las manos, no siempre lo consiguen… pero lo intentan, les encanta. También juegan a mover nuestros dedos ligeramente para escribir palabras equivocadas con los móviles táctiles, y lo disfrutan aún más si consiguen que digamos alguna burrada soez o incoherente.
Son cómplices del viento, hijos de los Elementales del Agua.
Ellos habitan entre dimensiones, son reyes, sin saberlo, de la materia. Juegan con nosotros sin ser conscientes de nuestra propia consciencia, tan diferente de la suya. Persiguen el Caos, pues no hay mayor belleza que la improbable, aleatoria y magnífica esencia de la ausencia de orden.
El resultado del caos nunca se puede predecir,
lo único cierto que trae…
es la devastación que deja a su paso.»
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