Alma, corazón y cabeza

Uno de esos eternos dilemas en la vida, es cómo hacer las cosas del mejor modo… no ya solo con el mundo, sino contigo. La edad te enseña a hacer las cosas siendo un poquito más egoísta, pues sabes que nadie va a mirar por ti cómo puedes hacerlo tú. Todas esas personas que te juraron amor eterno ya se fueron, y apenas quedan ya sus huellas en la arena. El Universo te enseña a vivir en presente, más con ostias que con caricias. Por un lado, te das cuenta de que no puedes cambiar lo que ha sucedido, eso parecía más fácil de entender siendo más jóvenes, así que ni puedes volver atrás ni continuar amistades o relaciones cuyo momento y espacio en el tiempo se desvanecieron. Tampoco puedes vivir en el mañana ¿Dónde estarás dentro de 1 año? ¿Y de 10? Y… ¿Quién estará a tu lado? Son preguntas que todos nos hicimos y que muy pocos pudieron contestar, y menos aún, alegrándose de haber acertado la respuesta.
Yo no sé vosotros pero por mucho que mi cerebro entienda esto, mi corazón no para de desear hacer planes y buscar un sitio dónde sentirse seguro y a salvo. Eso ha animado a casarse a las personas desde tiempos inmemoriales, en muchos casos creando cárceles de oro o barro, y en otros dando pie a verdaderas evoluciones y revoluciones de pareja ¿Quién no querría algo así? Todos tenemos buenos y malos ejemplos por los que creer o no en los «amores eternos», supongo que la realidad es que un amor próspero se construye desde el presente, para con los años mirar atrás y ver el precioso camino de baldosas amarillas que habéis adoquinado juntos. Realidad sobre apariencias, plenitud sobre tranquilidad, profundidad… sobre distancia.

Besos con Sal. Belonging. Corazón caprichoso y malcriado.
Jardines de presente con futuro que fueron regados con lecciones del pasado.
Uno de los mayores peligros, ya lo decía Joaquín, es la rutina que te hace sentir que estás en casa, cuándo en realidad… es que no sales de ella. Es fácil sentirse a gusto con una relación que no te aporta más que calma y monotonía, la de personas que he conocido que han necesitado del fallecimiento de un ser querido o ver el borde del precipicio, para revolucionar sus mundos. Cogiendo dos casos, recuerdo que en uno de ellos… ella encontró la puerta a la libertad, aunque por el camino perdió a su medio pomelo y unos años preciosos. En el otro caso que recuerdo, olvidó con el tiempo lo aprendido en una ambulancia y se quedó en la misma cárcel de oro en la que estaba, el tiempo dirá si acertó o no, aunque quizás esa sea a su vez la respuesta. Todos vivimos bajo el peligro de quedarnos encerrados en una cárcel que a veces tiene más bien la forma de un sofá ¿Quién eres? ¿Quién quieres ser?
Este mundo no es justo, a menudo quien ayuda a que alguien alce el vuelo, tiene que ver cómo luego esa persona se aleja… y eso es amor, querer, por encima de todo, que alguien vuele bien alto, por encima de ti, libre y feliz, pleno y completo…
Y es maravilloso cuando enseñas a alguien a volar… y aún así, elige quedarse a tu lado, para volar contigo.

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2 Respuestas

  1. xy dice:

    La toma de decisiones se compone de tantos factores que, incluso desde dentro, nos cuesta identificar todos.
    Sólo queda esperar acertar, no ser juzgados por ello y tener a gente cerca que sepas te van a protegerse incluso aunque caigas.

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