La noria de la vida

Tengo dos amigas cuyos hijos se llaman igual. Ambas han vivido a la par situaciones muy parejas, pasándolo mal en sus matrimonios, y con una persona a su lado que no está a su altura, por mucho que lo intente. Eso fue antes del confinamiento, este último año… lo ha cambiado todo, para bien y para mal. En un caso, aunque él no está a la altura por lo menos lo está intentando, y en el otro caso ni tan siquiera lo intenta, por ello en un caso hay un punto y seguido, y en el otro es cuestión de tiempo que haya punto y final.
El amor es muy complicado, y afronta constantemente miradas al vacío. Hay gente que es mucho más de saltar, y otras personas que aunque se asomen al precipicio mil veces, siempre se quedan arriba temerosas de qué podría pasar, y es que una de las mayores putadas de las alas es que aunque las tengamos… no las vemos, hechas de cristal y ancladas en la espalda. Incluso yo he de confesar que en su día fui Mr «salto al vacío», y tan rápido cómo empezaba una relación… de no ir bien, la terminaba, ahora mismo me siento más… de mirar al precipicio, y valorar muy bien todas las opciones, sabiendo que una vez saltas ya no hay vuelta atrás, y puedes dejar escapar personas y momentos irrepetibles.
Y supongo que la culpa la tienen algunas de las personas que me he cruzado estos últimos seis años, que me han dejado huellas imborrables y me han obligado a horas y horas de autoanálisis y reflexión sobre la vida y el amor, cuando no he necesitado de alguien externo que me ayudara a comprender lo vivido. Según dejas a alguien atrás, parece que lo malo se diluye y sólo añoras conexiones y químicas especiales, esos momentos mágicos… pero para ser justo, debes recordar todo. Y eso hace que sigas adelante no sin miedo, pero sí al menos habiendo comprendido lo vivido, y aprendido alguna lección. De vez en cuándo, al abrir la puerta de mi casa, que reforcé haciéndola blindada hace unos años, recuerdo el motivo de hacer esa inversión en aquel momento de mi vida… cuándo sus mentiras se convirtieron en amenazas y en sin sentidos. La recuerdo justificando sus locuras, llamándome exagerado e intentando hacerme ver que el malo, había sido yo, por no querer estar a su lado según sus condiciones. En días cómo hoy, que han liberado a una chica que llevaba 2 años secuestrada por su marido, recalco lo importante, vital, que es la libertad. Y sí, los traumas que mi expareja tenía y que le hacían morirse de miedo de que yo no volviera cuándo me separaba de ella son culpa de su pasado y de una historia muy cruel, pero si sabemos que llevamos una losa así a nuestras espaldas quizás debamos hacer un esfuerzo por pedir ayuda para liberarnos de ella, por seguir un tratamiento que aunque lento, nos permita reconocer las huellas que no se borran, y los maltratos… que de no vigilar con cuidado, crean maltratadores.
 

Foto de Michelle Ventura en Pexels
 
Pero bueno, podría hablar de ello horas, y me recordarían a aquellas conversaciones infinitas que siempre parecían llegar al mismo lugar. Todos nos refugiamos en argumentos lo más simples posibles, para poder poner un poco de cordura en esta noria que es la vida. Cuando yo me alejé de aquella situación, hace ya unos años, recuerdo que mi pensamiento era «Si ella permitió que él me acusara de eso, ella no merece ni mi amistad, y si ella le incitó a él a creer eso, muchísimo menos«, cuando apareció en escena la nueva pareja de ella a la que le contaba historias que nada tenían que ver con la realidad. Es curioso cómo una persona que hace cosas terribles… puede seguir calificándose de «buena persona», sin el menor resquemor. Me pregunto si el hombre de la noticia de arriba, que ha encerrado a su mujer durante dos años… se llama buena persona. Y no es sólo la llave con la que cerraba la puerta, sino las amenazas a su familia, las que mantenían presa a esa mujer, qué duro tiene que ser que amenacen a tus amigos o seres queridos por tu relación de pareja, qué impotencia y qué asco… este tipo de violencia, vaya en el sentido que vaya, aunque por desgracia casi siempre va hacia las mismas.
Y sí, claro que he cometido mil errores, pero ¿Amenazar a alguien? ¿Sentirme dueño de alguien? No, no os confundáis. Cuando alguna sombra del pasado ha visitado este blog para dejar su «cagada de paloma» en mi cristal, en más de una ocasión, he encontrado motivos para la reflexión y la autocrítica. Pero también considero tener argumentos sólidos en mi defensa, cómo por ejemplo cuando aquella «chica de la sonrisa fake» hace 5 años se despachó a gusto en mi blog, con su pagafantas al lado, y luego si la buscabas en Google te la encontrabas autodefiniéndose cómo una deidad azteca (en serio, no es broma, ojalá hubiera hecho capturas del blog ya borrado) o promoviendo una secta de «hermandad» de la que meses después ya no quiere saber nada. Hay actos que definen mucho a las personas.
Yo a veces pienso que me encantaría que alguna de esas personas que tanta razón creían tener, en aquel momento la expusieran ante alguien que hiciera de juez. En muchos casos tenía la certeza de que incluso usando a uno de sus amigos de magistrado, conseguiría explicar lo sucedido y hacerles ver que lo que hice, no solo estaba justificado, sino que fue después de una sobredosis de paciencia. Pero bueno, cómo os decía, la vida enseña, y una de las lecciones importantes es que hay que dejar estar el pasado y aprender de él lo que se pueda, todos tenemos la oportunidad de ser mejores y espero que la Diosa azteca y la Valkiria estén bien. Qué pena que algunas historias no se puedan cerrar adecuadamente con una conversación respetuosa en la que lejos de compartir puntos de vista, por lo menos seamos capaces de entendernos.

Sí, la vida es una noria frenética, y todos buscamos amar y sentirnos amados.
A veces hay personas que lo consiguen, aunque no precisamente del modo más sano.
Y hay personas que cuando no les quieres cómo quieren que les quieras, te odian a muerte.
Y todo… aderezado por una comunicación que no suele ser nada sencilla.
Al final sólo nos queda hacerlo lo mejor posible, aceptando que es inevitable,
que en esta noria unas veces estás arriba y otras abajo,
pero luchando por qué nunca deje de girar.
Cómo decía una cita maravillosa:

“Porque mañana saldrá el sol,
¿quién sabe qué traerá la marea?”

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2 Respuestas

  1. Sue dice:

    De vez en cuando entro por aquí a visitarte. Y reconozco que me encanta leerte tan zen y calmado como se te aprecia últimamente. Efectivamente a veces todo es demasiado complicado. Las personas no somos sencillas, y las mochilas y experiencias que nos acompañan, así como el momento vital personal nos pueden hacer doblemente destrozarlo todo inconscientemente o llenarlo de flores y luz en la misma medida… En parte todos somos responsables de donde nos encontramos en cada momento, y es un auténtico ejercicio de madurez y responsabilidad hacernos conscientes de ello y no culpar siempre al otro. Los recuerdos siempre quedan, afortunadamente, y hay que sanear el alma para tener sentimientos puros hacia nuestro pasado y experiencias que, al fin y al cabo nos hacen ser los que somos en nuestro presente.
    Un abrazo enorme, Kike :)

    • KATREyuk dice:

      Jo, qué bien Sue.
      Yo sé que tu viaje no ha sido fácil pero eres muy valiente y cada día te veo más tú… y seguro que irá todo bien. Eres grande.
      Un abrazo enorme

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