De matrimonios y personas

Si gritas muy alto «Soy heterosexual y jamás estaría con un tío», ten por seguro que el Universo conspirará para que acabes con una polla en la boca. Y no digo que sea mi caso, pero me han pasado cosas peores, y sin embargo…, he de agradecer a los que mueven los hilos su bondad, pues he llegado a los 42 habiendo vivido cosas de lo más curiosas, y he conocido felicidades de todos los colores, llevando con orgullo los pies llenos de heridas de los infiernos que atravesé para llegar a ellas.

El otro día me permití el gusto de ser franco, y me sentí cómo algunas veces cuando vas al baño… en fin, no seguiré por ahí, pero que quede patente que creo que los grandes poetas de la historia han sido parcos en palabras homenajeando los placeres experimentados en el retrete, cuando la fibra hace su efecto y… ¡Joder! Cada día mis desvíos y desvaríos son más graves. Como decía (sí, ya podéis ponerme voz de abuelo), tras escribir aquello empecé por recibir dos hostias bastante seguidas, ambas de mujeres casadas que me acusaban de ser un poco capullo. Qué conste que nunca he negado ser un poco tirando a bastante capullo, pero a veces es divertido agitar un avispero aunque puedan picarte por ello. Pero gracias a muchos de vosotros, lo que recibí después, fueron caricias y aplausos, y aunque valoro tanto los abrazos como los buenos tortazos, sí he de confesar que agradecí mucho el bálsamo de algunos de vuestros comentarios (Gracias).
Y es que poner a prueba a las personas es algo estupendo, seguro que alguna vez habré fallado yo algún examen, pero desde hace muchos muchos años, sé ver lo positivo que es ver la cara de alguien lejos de su zona de confort. Pero si he de ser justo, diré que efectivamente, no tengo ni idea de lo que es un matrimonio y lo que implica, y creo que no he criticado el valor de la gente que consigue mantener viva durante años su relación de pareja, sino en cierto modo la falta de coraje de quienes se conforman con algo incompleto, podrido, marchito o falso, por el simple hecho de no zarandear el árbol de la vida para ver qué les ofrece. E igual que digo eso, también añadiría «cada cosa tiene su momento«, y cada persona encuentra la inspiración y la fuerza necesarias en el momento más (in)oportuno, precipitarlo es un error, pero negarlo… es un error mayor aún (en mi humilde y desconocedora opinión).
Y no hablaba de las relaciones de esas personas, sino de que ahora sé que me equivoqué al aceptar ser el tercero en discordia en la vida de personas casadas, y que es un error que espero no volver a cometer. En esta última década he vivido los celos de un marido loco, o el ser un juguete para dar celos a alguien, o lo que es más habitual si cabe, el que pretendieran que fuera la vía de escape y solución a todos los males de esa persona que no es feliz, y que espera que tu la saques de esa relación en la que no quiere estar. Quizás por cobardía o por miedo a tanta responsabilidad, he huido de esas relaciones, siempre más preocupado por los niños que por los maridos, y casi siempre incomprendido y con con el discurso hacia ellas de: «Haz tú tus elecciones y no me hagas elegir por ti«, que supongo podéis comprender al menos un poquito, y quizás de estar libres de verdad… quien sabe si habría ido bien. Hace muchos años, cuando rondaba los 20 años, cometí el error de enamorarme de una persona a la que ayudé a superar una relación supertóxica que casi acaba con ella, y mi recompensa por aquel esfuerzo titánico fue quedarme fuera, incluso como amigo, una vez ella podía nadar por si misma… cuando aprendes a nadar, dejas atrás a los flotadores. (Así que nunca nunca os olvidéis de que nuestra mayor prioridad debe ser flotar, y volar, por vosotros mismos). Supongo que para darte sin medida a alguien, tienes que estar seguro de que luchará por la relación, en aquellos casos era dejando a su marido, y no prorrogando agonías por pena o comodidad. Mi pepita grilla me contaba hace poco de una amiga suya que está casada y con 2 hijas en la universidad, y que lleva 6 años con novio, el marido lo sabe y lo acepta… y sus hijas ¡Aún no! ¡Qué locura! ¿no?. Yo no quería verme en una de esas circunstancias.

Tengo pendiente ver «Historia de un matrimonio» en Netflix, me han dicho que es una pasada de película, y que además de recoger premios allá por dónde pasa, toca interesantes cuerdas del corazón humano. Así que sí, siento hablar de cosas que no entiendo por completo, siento que la empatía no sea uno de mis puntos fuertes, pero estoy trabajando en ello. Siento no haberme explicado siempre bien, y que en la busca de hacer el menor daño posible, no haya tenido éxito. ¿Sabéis? Yo también he sufrido lo mío, pero como buen varón… suelo llorar en silencio y con la puerta cerrada. Brindo de todos modos por esas lágrimas que me hacen un poco más humano y muy diferente a otros compañeros de género que se pasan la vida con el grifo cerrado, llorar limpia mucho.
Lo dicho, pese a que muchos os gustó lo que escribí a finales de año, siento si molesté a alguien, no era mi intención.

Como decía, el 2019 estuvo plagado de grandes momentos y locuras…
y este nuevo año espero que sea aún mejor,
y ha empezado con un trébol de cuatro hojas, en mitad del camino.

 

 
 

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