Vivir y compartir, y no vivir para compartir
Es increíble cómo puede cambiar el mundo en un corto periodo de tiempo. En los últimos 10 años han llegado los Smartphones, y con ellos, Facebook, Twitter e Instagram, cientos de formas de compartir contenidos de diferentes tipos, pero todo girando entorno a personas que en ocasiones dejan de ser eso mismo para convertirse en productos de marketing. El mundo ha cambiado mucho más de lo que imaginamos…
Y obviamente, no puedo evitar pararme a pensar en mis patrones de comportamiento, para ver qué parte de todo esto me ha calado. Tras el viaje a Maldivas, pasé semanas compartiendo fotos espaciadas, para no saturar, y como un modo de darme tiempo a generar nuevos contenidos (ojalá pudiera vivir en el océano). Instagram es una red muy curiosa donde cientos de personas diferentes encuentran un modo de ganarse la vida o alimentar sus egos, como toda herramienta revolucionaria, puede ser empleada para el bien o para el mal. Yo sigo a tatuadores cuyo arte va mas allá de la piel, a fans de los tiburones, de los nudibranquios, a frikis de todo tipo… y alguna vez veo a alguna chica preciosa, pero acaban cansando las fotos sugerentes, igual que cansa la gente que comparte únicamente fotos de comida o de eventos familiares.
Este vídeo trata de Instagram más que de otra cosa, así que ya hablaremos otro día de los nuevos ídolos de masas (los tontubers) y otras razas del nuevo siglo.
Hay una delgada línea que podemos cruzar cada día, pensemos sobre ello y no cambiemos irremediablemente con un mundo que no va necesariamente a algo mejor en todos sus cambiamos, elijamos siempre vivir por y para nosotros y los nuestros, no para desconocidos para los que somos un fotograma al día.
Muy, muy, muy bueno! Y tu reflexión tambien! Beso grande!