3 victorias contra el orgullo

Demasiadas derrotas y victorias como para recordarlas todas, pero hay tres, a lo largo de mi vida, que han dejado una huella especial, y que fueron puntos de inflexión en relaciones muy importantes para mi. Hoy pensaba en ellas, y en lo que me enseñaron…

Ni mi amor plantónico, ni tu infidelidad.
Hace más de una década, tenía una relación con alguien que me daba por sentado y no me trataba nada bien. Tenía sus amigos de fiesta, y yo era el novio majete para reuniones familiares y viajes molones, pero a nivel afectivo, la historia era otra. Cansado de aquello, y después de numerosas sesiones con mi psicóloga, empezaba a comprender que yo merecía más. En aquella estapa, un buen día de camino al trabajo, una preciosa chica venezolana me abordó en el bus para felicitarme por mi blog, y comenzó una amistad ardiente que iba a más. Y con uno de nuestros primeros emails, cuándo subía la temperatura, se encontró mi chica con la realidad de que alguien empezaba a ofrecerme una calidez que ella me negaba, aunque fuera platónico. Sí, lo sé, no estaba bien mi comportamiento. Aquel día fue muy largo, lloramos y hablamos, nos confesamos, ella confesó algo físico con un ex estando conmigo, y yo acepté las tablas al ajedrez y que si realmente nos queríamos, siguiéramos adelante juntos. Acordamos juntos enterrar el orgullo y darle micrófono al amor, esforzárnos por sacar aquello adelante y ponerlo todo por seguir siendo pareja. El orgullo pretendía quitarnos todo aquello, pero aquella vez… le vencimos, aunque un año y pico después se acabara todo.

Los gritos de dos corazones heridos.
Hace unos años me enamoré de una persona que estaba a punto de comenzar una nueva vida, pero cuyos papeles aún no la hacían libre. Su estado y la distancia hacían que la desesperación nos hiciera pasar muy malos tragos, la necesidad y la química nos hacían arder de ganas de comernos a besos, pero teníamos que esperar a poder vernos una vez al mes, y con suerte. Las esperas eran eternas, y los celos por quien compartía más tiempo con nosotros que quien de verdad deseábamos, crecían cómo una planta enredadera, que acabó cegando nuestros corazones. Yo cometí el primer error celoso, y ella el siguiente enfadada, y así fuimos relevándonos hasta acabar destrozando nuestra relación sentimental, e incluso la posibilidad de ser amigos.
Un año después, llamaron a mi teléfono a las 2 de la mañana, y supe que era ella antes de cogerlo. Fue la primera en enterrar su orgullo y disculparse, y luego lo hice yo. Muchas disculpas que dieron paso a retomar una amistad que merece durar toda la vida, pues es fruto de una conexión muy especial y un cariño incondicional. Siempre le agradeceré aquel primer paso, y suelo agradecer a menudo contar con una amiga como ella, poder contarle todo y saber que ella hace lo mismo. Juntos hemos compartido nuestro paso por otras relaciones, nuestros grandes éxitos y aún peores fracasos, y nos hemos consolado y apoyado siempre que lo hemos necesitado. Un preciosa victoria contra ese orgullo cabrón que nos hizo estar un año sin hablar.

Que un mal día no te haga tirar una buena amistad por el retrete.
Hace años, yo andaba bajo de niveles de paciencia y un gran amigo vivía una etapa de autodeterminación en la que celebraba cada gesto suyo cómo si fuera una victoria. Ambos fuimos coleccionando despropósitos durante un gran viaje del cual salimos despedidos en direcciones contrarias, sin ganas de hablar el uno con el otro ni vernos de nuevo. Pero esa rabia y las faltadas que cerraron nuestra amistad no eran sino el reflejo de un cariño sincero, de muchas historias vividas que merecían seguir, y un par de años después, retomamos con cariño y a fuego lento, una amistad que merece la pena.
Por el camino, él había evolucionado mucho, y quiero creer que nuestros desencuentros, propiciaron ese cambio y la llegada a su vida de un medio pomelo maravilloso. Ahora parece otro hombre aunque a veces veo algo de lo que era, pero contiene su vanidad y alimenta su humildad mientras construye sus sueños, y me encantará hacer lo posible por ayudarle a conseguirlos. Ambos, derrotamos juntos al orgullo, para reconocer que los hombres pueden quererse y mucho, y en lugar de competir, mejoramos en la asignatura de alegrarnos por el otro, o sufrir por él, según toque. Evolución y amistad.



📷 Imagen de Cottonbro Studio en Pexels

 

No dejes que el orgullo te joda la vida.
Si sientes… dilo, si necesitas gritar… hazlo,
no ahogues partes de tu ser por ese sentimiento
que no busca tu bienestar, sino tan solo aislarte de todo,
y evitar tu desnudez. Rompe con el orgullo… y ¡Sé libre!



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2 Respuestas

  1. Hernan Rodriguez dice:

    Hola, vi un post antiguo con una coleccion de 333 libros muy bien elegidos. Los links ya no sirven, sera posible tener la version actualizada. La verdad es que la seleccion es un lujo.

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