Entre la cordura y la locura

Estas últimas semanas, una amiga a la que adoro lo ha dejado con el novio, un humorista que paga facturas ejerciendo de «personal trainer» y que consiguió hacerle creer que era un hombre que la merecía lo suficiente… como para tener una niña preciosa con ella. Creo que ella «quería querer» después de varios amores tóxicos, y al final… saliendo de un agujero entró en un pozo, que yo por desgracia veía desde hace tiempo… pero que ella tenía que ver al final de un viaje necesario para su vida y su evolución personal. Ahora ha vuelto a salir al mundo y disfruta de su libertad sonriendo más que nunca, de retomar una parte de su vida que creía olvidada y de la plenitud de no sentirse atada.
Alguna vez he sentido yo lo vital que es la libertad, y lo bonito que es ese momento en que te sientes libre después de mucho tiempo cautivo. Hace bastantes años, alguien me encerró en una habitación, literalmente, y en medio de aquella discusión, recuerdo cómo poco a poco me quedaba sin aire y mi única meta era alcanzar la libertad al otro lado de aquella puerta. «No volveré jamás» me prometía a mí mismo, y después de salir de allí, sí que volví… y por supuesto, me arrepentí de hacerlo. El otro día, viendo una película clásica, me reencontraba con aquella brutalmente sexy Glenn Close que protagoniza junto a Michael Douglas «Atracción fatal«, estrenada cuando yo tenía 10 añitos de vida y ni siquiera me imaginaba lo densas que son las redes del amor y el deseo. Me impresionaba su increíble interpretación, y cómo era capaz de amaestrar a la locura para plasmarla en su actuación. Incluso en el celuloide, esa locura tenía un sentido, una lógica, y una justificación… demasiados amores mal entendidos, demasiados abandonos y seguramente, unos maltrataos en la infancia, hacían que la mujer que ella interpretaba no soportara el abandono y se consumiera en la locura ante el abandono de su amante o pareja. Solemos revelarnos a las cadenas que nos aprisionan de golpe, pero suelen pasar desapercibidas las que lo hacen lentamente.
Ni la cordura ni la locura son elección enteramente nuestra, pero sí podemos remar en un sentido o en otro, en la barca que es metáfora de nuestra vida.
 



📷 Imagen de Andrea Piacquadio en Pexels

 

 

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