¿Saldrías con una influencer? No es oro todo lo que reluce…

Acabo de ver una vieja amiga que tiene una sonrisa espectacular. Es de esas personas capaces de sonreír así por muy jodida que esté por dentro, mientras otras personas incluso con una sonrisa sincera tienen una cara más apagada. Pero hay gente que brilla, reluce, su sonrisa destila magia y parece capaz de curar el alma. Pues así es esta chica, ella siempre sale en Instagram sonriendo como si fuera la más feliz del mundo y viendo sus fotos parece que caga amapolas y su axila lleva la fresca esencia de los prados primaverales. Pues no, la última vez que tomé un café con ella, me quedó grabado a fuego que es una persona negativa y cuya mala suerte con los hombres, y en otras facetas, es un síntoma de su carácter, y no una injusticia del Universo. Ah, y no huele a prados primaverales…



📷 Imagen de Liza Summer en Pexels

Por cosas así a menudo no puedo evitar pensar en las vidas que llevan las personas detrás de una foto. Tanto la que posa, como la que hace esa foto. Hace 3 años, en mi anterior visita a Países Bajos, me crucé con una chica asiática en una ciudad costera que ahora mismo no recuerdo. Su madre iba detrás de ella haciendo fotos como una loca, mientras su hija exageraba las poses y se ponía bien el sombrero, luchando contra los elementos y corriendo de un sitio a otro para aprovechar todos los rincones instagrameables. Ambas habían dejado toda vergüenza atrás hace tiempo, y tenían muy claro su destino… la fama de la red, y parecían dispuestas a todo por ello.
En otra ocasión me pasó algo parecido en Las Rozas Village, un Outlet pijo de las Rozas, dónde una chica muy guapa llevaba detrás a un pagafantas sacafotos que le rendía pleitesía ¿Sería su pareja? ¿Un amigo? Cualquiera de los dos casos… hacía que me asaltara la pena. Vivir de cara a la galería… dedicar tantas horas al día a preparar contenidos para que otros vean que tu vida es maravillosa y quieran comprar aquello que vendes haciendo creer que tu vida es maravillosa. Pero en algún momento, esa persona se preguntará «Pero… ¿Qué vida?«, pero la fama es una droga cara y se alimenta de personas, que en algunos casos podrás ver de muy mayores, contando una y otra vez, cómo fueron importantes y famosos. Son parodias de Golum, que al menos tuvo un anillo… ellos, solo tuvieron un espejo que acabó por romperse.

Y vivimos rodeados de gente así…
Son como luces, solo que en lugar de electricidad, necesitan atención,
y cuando se quedan sin ella… se apagan.

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