Conversaciones con mi reparadora de alas rotas

Uno de los regalos de valor incalculable que me trajo el año pasado, fue el reencontrarme con una de las personas más luminosas que he conocido en mi vida, y alguien fundamental para mi, de quien, por errores de ambos, me había ido separando. Volvió a mi vida con su inmensa luz y con una encomiable honestidad se disculpó por su parte de lo que nos separó, luego me tocó a mi, y gracias a su valiente primer paso hemos ido retomando una amistad de esas que te cambian la vida, las personas «hogar» no abundan, y ambos siempre hemos sido precisamente eso el uno para el otro.
Hoy, en una conversación por mensajes de voz, me veía obligado a hacer una pausa en la vida y tomar nota de alguno de sus sabios consejos, en los que ponía de manifiesto cuánto me quiere y me conoce:

«La energía es muy limitadita, amigo,
aunque parezca que tengamos un montón
creo que hay que diversificarla
en lo que realmente queremos que crezca.

Pues como bien dice, mi energía para quien la merece, y cómo no, ella está entre esa gente que merece mi cariño y mi energía. Y celebraba ella conmigo el tener a quien merece también sin medida mi energía y mi corazón, y me riega a diario con bondad y amor, hablaros de esto más adelante será muy importante para mi, pero hoy… hablamos de otra persona.


Foto de Clara en Pexels

Por desgracia hay muchas otras personas que no merecen esa energía, y es muy duro aceptarlo, pues a veces tu corazón les tiene un cariño especial y se aferra a ellas con fuerza. El corazón es ese niño caprichoso al que le cuesta mucho olvidar, al menos lo bueno, lo malo lo olvida con facilidad pasmosa. Nada entiende de razón ni es rencoroso incluso con quienes lo han dejado lleno de cicatrices. Debe aparecer ahí la sempiterna Cabeza y recordarle al crío muchas cosas que el desmemoriado había olvidado. Así que, del mismo modo que el año pasado trajo a mi vida personas a día de hoy imprescindibles para mi, también trajo otras personas que volvieron de su tumba para recordarme por qué salieron de mi mundo, y que siguen sin tener hueco en él.
En la eterna batalla entre la luz y la oscuridad, jamás hay descanso.
Y me siento muy afortunado de tener a una aliada como mi reparadora de alas rotas.
Los amigos que lloran contigo, te abrazan sin prisa, te dan una bofetada si la necesitas, veneno para tus enemigos y bálsamo para tus heridas, cómplices de atracos que ríen como nunca contigo y celebran como suyas tus victorias… de esos amigos no hay muchos y hay que darles uno de esos 3 o 4 lofts con vistas que tenemos en el corazón.
Y ella está amueblando nuevamente el suyo.

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