Lo más importante

Este fin de semana me ha tocado ciclo de ave fénix, de nostalgia, ya sabéis, de arder y renacer.
Comenzando el día fui aún dormido a recoger un papel a correos, que aunque debía alegrarme, no lo hizo. Luego hice una pequeña compra en el Mercadona. La mañana no me deparaba muchas cosas, hice algo de limpieza y puse una lavadora. Después de comer, se puso todo interesante, alguien me envió un whatsapp y no supe qué responder; otras veces he sentido el peso de la respondabilidad y he acabado respondiendo a un «Hola ¿Qué tal?» que solo buscaba el más mínimo gesto de vida de mi lado para soltar una retahíla de «qué bueno soy» y «qué grande la tengo» con el que un amigo pretende compensar algún tipo de trauma que desconozco de la infancia; hoy no caí en la trampa. En algún momento, más tarde, abrí Instagram y me crucé con una foto de alguien que me entristeció (por el alguien, no por la foto), y casi sin pensar, solucioné el problema de raíz, también sin sufrir, pero valorando las vueltas que da todo. Ir separándome de esa persona me recordó a otras partidas recientes, que duelen… y del mismo modo, te enseñan lo fácil que es volar más ligero y lo mucho que nos cuesta desprendernos de peso. Mis pensamientos dieron tumbos entre esas y aquellas cosas… y acabé centrándome en el dolor de alguien, un reencuentro que se ha convertido en vital y muy importante para mi, que hoy supo que su padre está muy malito y podría ser cuestión de meses el perderlo.

vida

La salud y las pérdidas de seres queridos son capaces de relegar automáticamente todo lo demás. Es la única puerta que todo ser humano atravesaremos tarde o temprano, y sin embargo, el miedo a lo desconocido, lo tajante del «nunca más», dan un vértigo insoportable. Una vez vi a una amiga destrozada por no poder despedirse de alguien a quien quería mucho. Yo mismo viví lo duro que resulta no poder decirle adiós a un ser querido, por falta de entereza al no poder hablarle al verlo seco y marchito en una cama de hospital. Nunca sabes si es mejor que no haya tiempo para despedidas, y sea sin dolor ni erosión para el viajero, algo que suele generar un mayor dolor en la familia, o bien que sea un proceso en el cual te da tiempo a prepararte y no dejar cosas sin decir. Me preguntó qué veremos en ese último segundo, si serán más grandes las culpas por nuestros errores o las imágenes de nuestros amores vitales.

Somos fugaces, y por mucho que gritemos, no podemos dejar un gran eco. El infinito se puede observar en la mirada de la más ínfima criatura, que posee sin saber parte del secreto. Vivimos en este precioso grano de arena azul, entre miles de granos de arena con vida y luz ¿Cual es el sentido de todo? Esa es la gran pregunta que el hombre ha intentado responder con falsas religiones y mitos durante milenios. Quizás el sentido sea aprender, comprender, crecer, amar y disfrutar de un viaje único y maravilloso.

Todos necesitamos que el Universo nos recuerde de vez en cuando, qué, de verdad, es lo más importante.

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5 Respuestas

  1. Angela dice:

    Gracias por recordármelo! Llevo una semana de despedidas muy intensa…parece que el otoño ha llegado con toda la fuerza de «soltar» y es lo que toca…Un abrazo de los tuyos!

  2. bego dice:

    Qu ligero vuela uno sin equipaje, pero qu difIcil es despojase de l.. Tenemos el supremo derecho de elegir a quin no vamos a soltar aunque no los tengamos fsicamente a nuestro lado..

  3. bruma dice:

    Has narrado muy bien ese momento que vivimos a veces en el que nos sumimos en una espiral de sentir es, llegando a reflexionar incluso sobre lo pequeños q somos. Hay días en los que es necesario arder pero también parece q hay cosas ignífugas que nos persiguen y aparecen cuando ni las esperamos. Haces pensar, como siempre. Un abrazo grande.

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