El pasado como trampolín

Este último fin de semana fue diferente. El Sábado por la tarde, mientras veíamos la Guerra de las Galaxias, decidimos ir a la playa el Domingo, lo que requería tan solo madrugar un poco más, coger bañador y toalla, y tener paciencia en la carretera. Es sensacional cambiar tanto de paisaje en un mismo día, y aunque en próximas ocasiones iremos el fin de semana entero, me encantó lo improvisado y especial del día, refrendado por el clima que estuvo de nuestro lado.
Por el camino, la conversación dio para mucho, y en algún momento, me llevó por parajes curiosos: «¿Alguna vez le has puesto los cuernos a alguien? ¿Cuantas veces te los han puesto a ti? ¿Con cuantas personas has estado? ¿Sabes que ha sido de fulanita? ¿Y de menganita?«. La realidad es que he tenido suerte de cruzarme con grandes personas, ninguna de ellas era una loca homicida que me dejara un tatuaje en forma de cicatriz en la espalda, o si lo era, no le di tiempo a que lo hiciera. Aunque a día de hoy ya apenas tengo trato con ninguna expareja, recuerdo con cariño lo compartido y no siento nostalgia por darle continuidad a nada de lo vivido.
Desde fuera, a veces veo sus vidas, más o menos cerca, en ocasiones compartiendo sus triunfos, en otras preocupado por ver a una persona errante y perdida, aunque ella misma no lo sepa. Pero entendiendo que todos, por nosotros mismos, debemos encontrar el camino adecuado, y no fácilmente la vida me enseñó que cuando quieres alguien puedes desearle las mayores dichas, pero debes dejarle a él que las encuentre sin tu ayuda.
Hoy me pasé por un rincón que hacía años que no visitaba, y me enteré que alguien que dejó una huella preciosa en mi vida (y en este blog), por fin ha podido volver a casa, algo que persiguió muchos años, y en inmejorable compañía ¡Cómo me alegro cordobesa!. Recuerdo aquella sensación de «debes apartarte pues su camino no está contigo», y por suerte, el tiempo me dio la razón y demostró que no estaba completamente loco. A veces, o casi siempre, todo sucede por algo, aunque no seamos capaces de ver el dibujo desde cerca. Casualidades que no lo son, causalidades que diría mi padre, puntos de ruta en el mapa de nuestra vida, oportunidades de aprender, evolucionar y ser honestamente felices.
Se trata de abrir los ojos, de sentir el mundo y vivirlo plenamente.
Cada uno a su modo, respetando a los demás.
Ya sabéis, el pasado como trampolín, y no como sofá.

Vidas... como barcos

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3 Respuestas

  1. Tegala dice:

    Un abrazo fuerte! !!

  2. Ana dice:

    ¡Qué bueno saber que el corazón te late fuerte! Y que hay algo por ahí… :) Espero no ser una de las perdidas sin saberlo, jajaja. Un abrazo, solete.

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