El oasis final
Y aquel día, sin anuncios ni intuiciones que avisaran del encuentro, llegó ella.
Me sentí cómodo en sus ojos desde el primer instante, y aunque ella para mi era un enigma, yo para ella, quizás no tanto. Había seguido todas mis huellas, las que durante años dejé en la red, y recordaba incluso cosas que yo creía haber olvidado, sabía tanto de mi que me daba incluso miedo, aunque del bueno.
En sus ojos podría perderme, o encontrarme, no había fondo, y cuando intentaba hacerme mentalmente fuerte ante tan fabuloso rival, apareció su sonrisa para romper en mil pedazos todas las cadenas con las que ceñía a mi pecho el caparazón.
Ella era fresca y cálida a la vez, inteligente, única… sus pensamientos transitaban libres, y me sentía un troglodita intentando comprender qué dibuja un arquitecto, pero necesitaba hacerlo, y sabía que con tiempo y cariño, conseguiría conocerla tan bien como una persona cree conocerse a si misma, o como ella parecía conocerme a mi. Y pese a todo… ella quería estar allí, conmigo ¿Cuales eran sus secretos e incógnitas? ¿Al probar sus labios iría al infierno o al cielo? Estaba claro que renunciar a intentar alcanzarlos no era una opción…
No me importaba mucho su escote, aquellos pechos, fueran como fueran, serían los últimos que yo besara, y en el mapa de lunares de su cuerpo me perdería una y otra vez, ya no buscaría tesoros en otros lugares y haría de aquella isla, mi hogar. Los vaqueros ajustados definían unas piernas y un culo más que interesantes, aunque dejé de mirarlos cuando me atrapó el imán de sus ojos, y las dos o tres veces que vi sus pies me parecieron delicadas piezas de porcelana, uno de esos signos que me indicaban que me estaba… ¡No puede ser! ¿Qué me había hecho?
Esa gracia innata, esa belleza en cada gesto, esa forma de envolverte en su manto.
No sé cuando supe que estaba perdido, que ya era suyo, le llevó dos horas conseguir lo que otras no habían logrado en años. Tenía más miedo del que quería admitir, me sentía desnudo y vulnerable… pero con la última fuerza de mi inútil resistencia le dije con mi mirada que deseaba, con pasión, quedarme a vivir en el oasis de sus ojos… para siempre, y ella me sonrió.
Image from Stockvault. Called «Thousand Islands Scenery – Lavender», from Nicolas Raymond (thanks)
Hoy no es martes… a las 7, este maldito mes me tiene despistada, en estas horas de calor se agracede leer, una historía tan peregrina y genial, el amor a primera vista
Cuando escribes así…eres simplemente irresistible…! Un super abrazo!
Y ese final no es más que el principio… ;)