Perdido entre mareas
En los ciclos de la vida, la sucesión de etapas es inevitable ¿Habría noches sin Sol? ¿Conoceríamos el calor sin el frío? Si que podemos, en cambio, intentar modelar los tiempos que duran esos ciclos, para que aquellos negativos duren lo menos posible. Nuestra mente es una aliada poderosa para esta labor, y con paciencia, puede hacer entender al corazón, perdonar a la conciencia y obsequiarnos el silencio necesario para escuchar nuestro más profundo «yo».
La vida me ha enseñado que por mucho que creas saber, siempre llegará un nuevo tropezón, del que sacarás aún más enseñanzas que de toda la calma que te permitan alcanzar tus lecciones puestas de manifiesto como una etapa de paz. El corazón, es caprichoso, no entiende de razones, pero también se hace mayor, aunque en mi caso conservará las medias verdes de Peter Pan mientras viva esa llama de creer en amores imposibles y cuentos de princesas dónde después de las perdices, empieza la parte más bonita de la historia.
Somos tan diferentes, es tanto lo que nos separa, que a veces, nos olvidamos de ver lo que nos une. En estos tiempos errantes, dónde la brújula del mundo da vueltas sin parar, nos falta como especie un camino libre de religiones o mentiras, un camino en el que no necesitemos, como punto de encuentro, más valor que nuestra humanidad, y más sentido que el bien común, tomando consciencia de que ninguno de nosotros es más inteligente ni mejor que todos nosotros juntos.
Y si bien me siento fuerte, intento mantener viva la esperanza, en especial la mía, pues a veces se cansan mis brazos y me quedo ausente, es entonces cuando en silencio cojo fuerzas, miro al suelo triste, deseando que unos brazos únicos y mágicos me ayuden con el día a día… echo de menos, recuerdo, añoro, deseo… soy más sensible a miradas, olores, recuerdos… y aunque no sea fácil, encuentro más de cien motivos para levantarme y seguir creyendo.
Solo me concedo unos momentos… para recuperar mi verdad…
Soy demasiado obstinado para dejarme derrotar…
¡Al frente la mirada! Optimista y valiente, agresivo, apasionado, ¡impertinente!
Lo que tenga que venir vendrá… y tan entonces como ahora,
seguiré disfrutando de las mareas.
¡Muchas felicidades! Es un placer y una pequeña dosis de esperanza seguir viéndote por aquí. Brindo por otros tantos años…
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