Que el virus no nos haga perder la humanidad.

Hace ya tiempo que tengo la sensación de que la gestión de la pandemia, no solo ha dejado mucho que desear, sino que se ha convertido en una gran etapa para qué políticos y oportunistas consigan sus objetivos, beneficiándose del dolor de los demás. Y según evoluciona, cada vez va peor todo. El trato a los sanitarios va mucho más allá de lo humano, y es realmente vergonzoso.
¿En qué momento dejamos de ser personas por estar o no vacunados para esta pandemia?
¿Somos mejores o peores por tener pasaporte Covid? ¿Acaso se pueden ver alterados los derechos humanos más básicos por no aceptar la imposición de una vacuna de la que aún quedan muchas preguntas sin responder?

Con unos estudios tan sesgados, que han «menospreciado» cómo afecta la vacuna a las mujeres, deberíamos tener al menos la humildad de reconocer que podríamos equivocarnos… y que aunque obviamente, hay que establecer normas sociales adaptadas a la pandemia, también hay que respetar a todo el mundo y encontrar un equilibrio. Hay que dejar de culpar a los no vacunados por las cosas, y darse cuenta de que esta enfermedad no es la excusa para dejar de ser humanos o castigar a quienes son distintos, no es justo hablar de diversidad, de lo malo que es el racismo, la homofobia y demás… para luego privar a alguien de servicios básicos por no vacunarse.

Cuando las semanas pasada se ponía en el ojo del huracán a Novak Djokovic, he de confesar que disfrutaba pues siempre me ha caído fatal y me parece un auténtico imbécil, lejísimos de Federer, el eterno gentleman, o Nadal, un tío que aunque alguna vez tropieza… suele ser bastante coherente y razonable. Pero sin embargo… no puedo evitar pensar que algo así pueda truncarte tanto la vida, e impedirte jugar torneos en Australia o París, en los que podrías seguir aumentando tu leyenda. Cómo en todo, también salía cierto alcalde medio tonto diciendo que Madrid necesita el efecto Djokovic y que aquí sí podría participar, el mundo está lleno de oportunistas.
Pero por encima de todo, tengo la sensación de ver cómo se cumple la profecía de alguno de aquellos lamentables relatos de ciencia ficción que leía sin imaginar que llegaría a vivirlos. Bajo la bandera y la excusa de salvar a la gente, sacrificamos a otras personas por un «bien mayor», pero sacrificar a 100 para salvar a 110 no nos hace más humanos, sino todo lo contrario. Hay que ir más allá…
Señalar a una persona que toma una elección libremente va en contra de los derechos humanos, y el acoso al que se está sometiendo a muchas personas por pensar diferente es injustificable. Sí, entiendo que los no vacunados contagian 12 veces más el virus que los que tienen las vacunas, claro que sí, pero por favor, en lugar de enfrentarnos a quienes no creen en la vacuna con piedras y palos, no desistamos de darles argumentos, de demostrarles científicamente y sin dudas que estarían mejor vacunados.
Hay que encontrar el equilibrio de algún modo si queremos seguir siendo humanos después de esta pandemia.

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