Gangas que no lo son y coleccionistas de cosas.

Que no os asusten los términos técnicos, intentaré explicar esto para todos los públicos.
Hoy me he comprado un Humble Bundle que incluye la remasterización de un clásico, uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos (El Day of the Tentacle). Humble Bundle es una organización que vende juegos muy baratos, dando la mayoría del dinero a caridad, incluso puedes elegir el porcentaje a cada concepto. Durante años he comprado sus ofertas, por unos pocos euros, juegos por valor de varios cientos, sentirte doblemente bien por la ganga y por la buena causa en la que participas.
Muchos de esos juegos se activan en Steam, que para quienes no lo sepan es la plataforma de juegos más famosa del mundo. Estas plataformas te permiten comprar juegos, o activar un número de serie, y que ese juego forme parte de tu catálogo. Puedes instalarlo en tantos equipos como quieras cuando lo necesites, y como lo descargas, no debes estar pendiente del soporte físico. Existen varias plataformas similares, como Origin, Battle.Net o UPlay, centros de juegos de sus respectivas todopoderosas marcas, pero Steam siempre será mejor, es un paraíso del jugón, una oportunidad para el desarrollador indie de juegos, hogar de clásicos, una tierra de tesoros y maravillas multiplataforma, lo que hace que tanto usuarios de PC, como de Mac y Linux, disfruten de sus maravillas. 12647 juegos llenos de historias y aventuras.
Si antiguamente el coleccionista exhibía orgulloso una estantería repleta de cartuchos de consola, ahora tienes algo virtual que es tu catálogo, y hay webs que te permiten conocer el valor del mismo, así como algunas estadísticas molonas.
En una de ellas he sacado mi ficha:

Al verlo hoy me que quedado patidifuso por ese 89% de Juegos que nunca he probado, pero sí adquirido. ¿Y sabes una cosa? No creo que sea algo exclusivamente mío. Se lo comenté a mi compañero y él me decía «Pues yo andaré más cerca del 100%«. ¿Alguna vez has comprado algo que nunca has usado? Son problemas curiosos del primer mundo, adquirir cosas que esperan en la caja ser usadas, pero que acaban en la basura años después con el plástico protector original.
Irónicamente, mientras en Steam tengo 230 juegos en los que en total he invertido 89 horas, en un único juego de otra plataforma, el Battlefield 4, he llegado a invertir 1200 horas, la enorme diferencia entre un juego que te cala hondo y otros juegos que no pruebas o que no llegan a engancharte.
Este tipo de patrones hacen que intente gastar más dinero en cosas que necesito de verdad antes que aprovechar hipotéticas ofertas de cosas cuyo uso no veo claro, aunque es algo que sigo trabajando, no hace mucho cambié la lámpara de mesilla del dormitorio por algo que no sabía qué tal funcionaría (pero que estaba al 50% en Amazon), y si en ese caso al final parece un gran acierto, creo que fue más suerte que conocimiento.
Así que niños, la lección de hoy es:
Invierte en aquello que necesites y vayas a disfrutar,
y deja pasar las supuestas gangas que nunca usarás.

La maldición de un país enamorado de lo gratis, es que la gente coge cualquier cosa que le regalen (o adquiere una oferta) sin pararse a pensar si es algo que realmente necesita. El otro día en un centro comercial regalaban una lata de comida para gatos a través de una aplicación, la gente hacía cola para seguir el proceso ¿Si hubieran dado latas ilimitadas cuantas habría cogido cada persona? Seguro que incluso aquellos sin gatos habrían hecho cola.

Acabando con el tema de los juegos, diré que también asolan otros pensamientos, el «No podré jugar a esos juegos en lo que me queda de vida«, o un «¿En caso de haber tenido hijos podría dejarles mi colección de juegos? ¿Les importaría lo más mínimo?«, pero tampoco es para ponerse tan existencialista y adulto, que se me marchita aún mas mi niño interior.
Espero haberme explicado bien y que no sea muy pesada esta reflexión.
Que tengáis buen resto de semana

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