Cinismo del ausente
Hace muchos años, cuando este blog llevaba pañales, recuerdo que visitaba un blog de una chica que se pasaba la vida lamentando la partida del que había sido su chico durante un tiempo. Por lo visto, aquel chico, «Ángel», había fallecido en un accidente, y ella se pasaba la vida triste y nostálgica de un «amor de su vida» que había partido precipitadamente. Pero al leer su blog hacia atrás, veías lo que de verdad pensaba en su momento, los problemas con él, las rupturas de varios meses, las peleas y malos modos de uno con el otro… pero ahora que él se había ido, todo eso quedaba atrás, y era el momento de añorar a su «Ángel de la guarda».
Si te pones en la piel de otra persona, puedes llegar a entenderla, pero no comparto ese modo de ver la vida, y no creo sano ni positivo columpiarse en la nostalgia como rutina diaria, por miedo a salir a ver qué te ofrece el mundo, y he de decir que esas adoraciones a parejas con las cuales has tenido, y finalizado, una relación llena de altibajos, me parecen cínicas, fruto de un viaje precipitado u otras causas diversas, pero deshonestas con la propia persona que las sufre.
He conocido más casos similares:
– Él era el hombre de mi vida, y ahora se ha ido…
– Pero… Nunca fuistéis pareja ¿no?
– Si, porque esperábamos nuestro momento
– ¿Desde cuando? llevas dos años con fulanito y él estaba soltero
– Es que justo ahora iba a ser nuestro momento, y él ha muerto, ayyyyy, qué pena más grandeeee
– Aha, así que justo ahora ¿eh? ¡Ahora que no está!
Pocas cosas hacen más daño que esos «lo que puedo ser y no fue», esas relaciones que significaban tanto para nosotros y que por unos motivos u otros no llegaron a cuajar como más que amistad o algo raro, pero bajo la incertidumbre del incierto y desconocido resultado. Y si a veces la vida nos brinda la oportunidad de cruzar una puerta que dejamos atrás hace años, la muerte, ese viaje que todos recorreremos sin equipaje de mano, se manifiesta como una lejanía tan real e ineludible, que somos conscientes de que ya nunca más podremos suspirar por los besos de alguien o disfrutarlos. Qué triste que haya que esperar a estos sucesos para valorarlos.
Podría comentar algún caso más… pero tampoco haré leña del árbol caído.
¿No es más coherente no idealizar a alguien con quien no has tenido una relación feliz?
El cariño del recuerdo del que ha partido es básico y necesario, imborrable en algunos casos, de eso no hablo… pero creo que se me entiende. Ninguna mentira es tan afilada como aquella que nos contamos y nos creemos nosotros mismos.
Touché!!
Besos desde el mar ;)
Creo que tu última frase lo resume todo de un modo extraordinario. No puedo estar más de acuerdo.
Abrazos de atlántico