Mataré dragones por ti
La casualidad quiso que en un rincón de la Red se encontraran para comenzar tímidamente una conversación. De sus similitudes emocionales e intelectuales nació poco a poco una conexión especial entre ambos. Por caminos separados habían aprendido que con el paso de los años dejas de buscar únicamente una carcasa bonita, te centras en un equilibrio mental, en una madurez cubierta y aderezada con inteligencia, sonrisas compartidas, en una dulzura nestlé con varias pizcas de independencia, en una suma de valores y cualidades que te ha llevado media vida encontrar, comprender y definir.
Así era ella. Una mujer sensacional, madura e inteligente, decidida y alegre, equilibrada e independiente, con clase y humilde… y aunque feliz, añoraba un digno compañero con el que crear una familia. En las fotos se veía que su belleza exterior era atractiva y elegante, en perfecta sintonía con su forma de ser.
Y tras algunas conversaciones prometedoras, de esas que son capaces de crearte un vínculo especial con alguien, e incluso una ilusión que encierras con llave y te prohibes, llegó el día del encuentro. Era momento de ver si las sensaciones eran ciertas o tan solo un espejismo… cuando has visto convertirse en varias ocasiones bosques en desiertos, aprendes a no celebrar los oasis hasta que refrescas tu cara en ese agua caída del Cielo.
Pese a que su primer encuentro estaba lleno de nervios, fue natural. Ella era como en las fotos, salvo que en persona, era mucho más hermosa. Su sonrisa era de esas capaces de colarse por tu columna vertebral para regalarte un escalofrío cálido, y sus ojos eran agua en un pozo profundo cuyo fondo, era un firmamento lleno de estrellas. La elegancia y clase que emanaba de sus palabras se manifestaba ahora en sus gestos y forma de vestir, y su pelo… una vez agotados los adjetivos, podríamos decir que como poco era precioso, tanto que ni el viento se atrevía a acariciarlo.
Venciendo los nervios no quedaba otra opción que desnudarse, metafóricamente hablando, allí mismo, mostrándose ambos tal y como eran, sin máscaras ni maquillaje. Y tras un paseo errante entre locales abarrotados, encontraron la mesa que acogería su primera conversación en persona.
Él hablaba de todo con miedo a meter la pata, pero con mas miedo aún de renunciar a ser él mismo. Ella se mostraba radiante sin ser consciente de su brillo, y a él le sorprendía que la gente no se detuviera a contemplarla. Hablaron de colores y países, de zumos de frutas, de errores y amores, de sueños contenidos que habían sido envueltos y plastificados hasta dejarlos reducidos a un vital y esencial presente.
Y tras compartir una tímida crepe y dos zumos, tras aquellos primeros momentos juntos, emprendieron un dulce y sencillo paseo. Ella se daba la vuelta de vez en cuando para caminar de espaldas mientras dibujaban juntos pensamientos y palabras, y él la contemplaba pensando que no podía existir nada más hermoso, por basto y amplio que fuera el mundo. Cuando estaban más próximos consideraba si un beso lo rompería todo o dejaría claras sus intenciones, pero él estaba seguro que lo que se fraguaba en su interior era algo que no querría estropear con la celeridad y precipitación de un «ahora», no… él empezaba a darse cuenta de que quería, de que necesitaba… aspirar a un «siempre».
Entre suspiros ahogados y hojas del árbol de los momentos perfectos, llegó la hora de partir prudentemente, para evitar extender aquello más de lo conveniente y rezar porque en el aire, se quedaran suspendidas las ganas y la añoranza de más momentos así.
– Me gusta sentirme así contigo – dijo él suspirando.
– ¿Cómo? ¿Qué sientes? – preguntó curiosa.
– Pues, creo que sabes que me gustas… y si me dejas, yo mataré dragones por ti. – aseveró él, rotundo y seguro de sus palabras, nervioso, pero sonriente.
– ¿Seguro que no dices eso por decir? – respondió ella, y él vio restos de heridas pasadas en su mirada.
– Claro que no, lo digo en serio, nunca antes se lo había dicho a nadie. – le dijo él mirándola y dedicándole su mejor sonrisa.
– ¿Y cómo sabes eso? – preguntó ella más seria.
– ¡Mírame a los ojos! – respondió decidido.
Ella se giró y fijó en él sus preciosos ojos repletos de perséidas. Ella buscaba la verdad y él concentraba su energía en expresar ese complejo sentimiento en su mirada, en demostrarle con gestos los inexistentes muros entre ambos, y una vez sintió que ella lo miraba plenamente, le dijo:
– Quizás no lo veas en mis ojos, quizás el miedo te lo impida… ¿No te das cuenta que llevo toda la vida esperándote y preparándome para estar a tu altura cuando llegaras? Y lo estoy. Si, lo sé, pensarás que estoy loco… y quizás sea así, pero sabes que no te miento respecto a lo que siento. Tan solo te pido una semana a mi lado, y que me renueves el contrato si lo merezco por otra semana mas jajaja ¡Dame tu mano! Aunque tienes tanto miedo como yo, sabes… sientes… que este puede ser el viaje de nuestra vida… – dijo él con firmeza y sinceridad traslúcida.
Y ella sonrió, y le tendió la mano.
Image from Stockvault. Called «Swedish summer», from AD (thanks)
Yo sabía que había oído esa frase en algún lado… y era en el libro de Santi Balmes (el cantante de Love of Lesbian), que escribió un libro llamado «Yo mataré monstruos por ti«, un libro infantil con una pinta sensacional y que cualquier día de estos espero regalarme. Al final opté por poner dragones en lugar de monstruos, pero la inspiración en ese título tan afortunado es innegable.
Precioso
Tierno y encantador.
Es hermoso Kike, relindo, muy dulce!! Me Encanto!!!!
Me dejas con una gran sonrisa…
Un abrazo infinito :)*
Muy bonito. Creo que algo que muchos soñamos compartir. Por cierto, el libro de Santi Balmes es una preciosidad. Todo depende de si te gustan los dibujos o no, pero desde luego, la historia merece la pena (Notable alto aprobado por madres maestras de primaria, un gran test de calidad). :)
Gracias por vuestros comentarios y vuestro cariño,
me alegro que os gustara el relato :)
Un abrazo
Siempre dejas en tus relatos un discreto romanticismo que sabes que va más allá, que no se queda en intenciones, escribes inicios de historias de amor cargadas de sentimiento y fuerza…
Un abrazo cálido.
Hay encuentros que marcan un antes y un después.
El que tú describes es maravilloso, junto con la descripción de ella y los sentimientos de él.
Ojalá fuera sencillo leer en los ojos de alguien y empezar a ver «lo que ven esos ojos».