Espirales al centro de tu alma

Aquella noche, en un bar tranquilo y con buena música, dos grupos de amigos colisionaron, nosotros fuimos el resultado. En el medio, tu y yo fuimos presentados, y sorprendidos, permanecimos en silencio mientras los demás comenzaban a hablar.
Cuando se cruzaron nuestras miradas… iniciamos la primera y más larga de nuestras conversaciones sin palabras. Tu me preguntaste si era un espejismo, yo te entendí que si me gustaban los zapatos de piel de cocodrilo, y afortunado, contesté «No» con mi cabeza, con un balanceo suficiente para que me entendieras, pero no tan descarado como para que quienes nos rodeaban se inmiscuyeran en nuestra charla privada. A continuación, te dije que tenías unos ojos preciosos y profundos como una noche estrellada, y tu creíste escuchar que los tacones te quedaban genial, y te ruborizaste, y di por sentado que estábamos sintonizados, y lo estábamos.
Luego me preguntaste si quería volar contigo sin sostenerte, y yo leí claramente en tus pupilas que querías cruzar conmigo un campo celeste, sonreí asintiendo. Con mi sonrisa desbordada y nerviosa por la magia del momento, ignoraba que cada vez era menor la distancia, y se acercaban al origen las espirales que en tus ojos me llevaban al centro de tu alma.
Te dije que me encantaría escribir poesía con mis labios en tu espalda, y volviste a ruborizarte al entender que me gustaría dormir contigo para calentarte los pies hasta la mañana.
Me susurraste con tus pestañas que te gustaría apoyar tu cabeza en mis piernas, tumbados un día soleado en el Retiro, mientras te leo un pasaje de mi libro favorito; Yo entendí que querías abrazarme mientras batía una masa de harina, azúcar y huevos haciendo magdalenas juntos.
En tus ojos, me hablaste de que a veces los colores con los que pintabas el mundo eran demasiado fríos, y yo te dije que los míos eran tonos cálidos, y que prestándonos colores podríamos complementar nuestras paletas.
Arqueando tus cejas y sin dejar de mirarme, me dijiste que eras un poco desastre, y que a veces tirabas los calcetines por cualquier rincón de la habitación; yo te dije que me encantaría recogerlos y doblarlos.
Me dijiste que tenías mucho miedo, y yo… te confesé que también.
Entonces nos acercamos, y sin haber intercambiado nunca una palabra, fundimos nuestros labios en un cálido beso escoltado de un abrazo largo.
Los amigos que nos rodeaban se quedaron boquiabiertos, ojipláticos, incapaces de comprender aquel momento.
Tu y yo nos sonreímos cómplices…
Al fin y al cabo, para nosotros, ya estaba todo dicho.


Wallpaper de Kate Mara (actriz), encontrado en la red.

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4 Respuestas

  1. Bruma dice:

    ¡Que bonitooooooo!!!
    Me ha encantado este relato!
    Tengo tantos con los que ponerme al día, pero este ma ha hecho sonreir el corazón.
    Gracias artista! :*

  2. Olga dice:

    Precioso! Que bien viene leer algo que nos endulce el
    alma…Me encantó!
    Un abrazo enorme =)*

  3. Tegala dice:

    Qué talento tienes!!! Me ha encantado y al final era eso, los protagonistas estaban conectados porque cada pequeño mal-entendido los llevaba a ese punto en el que ambos querían estar.
    Gracias!!

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