Vaho en el alma

El frío de mis pensamientos se abre paso entre la calidez que atesoro. Miro triste por la ventana cómo cae la lluvia, impregnando de vaho los cristales, metáfora de mi alma. Pienso en ti, en lo vivo que me haces sentir, en los miles de preguntas que esperan respuesta, en los gestos que me hacen volar, en los huecos por los que parezco naufragar. No puedo reprocharte nada, tu coherencia me envolvió con cada palabra y me ató a ti, entre tu pelo y tu alma me enamoré, te convertiste en verdad y sonrisa. Pero el amor vuelve frágil a la piedra, y los miedos se acomodan en sus rendijas.
Me pierdo entre sueños en tu mirada, de tal belleza que ni con la ayuda de Neruda o Martí sería dibujada. Cierro los ojos para recordar el sabor de tus labios perfectos, que parecen tan lejanos, el tacto de tu piel, el calor ausente en tu mano… me arrepiento de no haber hecho mi lista ni escrito poesía de palabras ancladas al alma, de suspiros, de caricias recordadas. Frente al vaho de mi ventana, las dudas emanan ¿Habitaré tus sueños o gobernaré tus dudas? ¿Haré bien plasmando palabras o debería ahogarlas en un lago paciente mientras me hablas? ¿Qué hacer? ¿Qué decir? Qué sentir… para hacer de tu piel camino y de un sendero juntos… nuestro destino.
Lágrimas sin sal se deslizan por el cristal, incertidumbres, dudas, miedos mirándome entre carcajadas.
Sin olvidar jamás lo hermoso del querer de ese modo,
de pensar y sentir a flor de piel, a tu persona amada.
Duda que me pones a prueba, que me empañas, que me lastras.
Plegando velas y alas del viento, mi alma abrigo entre la marejada.
Con los pies descalzos y en silencio, mi princesa del aire,
mi ángel, mi bosque, el brillo de mi mirada,
sonriente y traviesa, te acercas y me hablas:
«…No lo ha visto nadie, ni siquiera el aire,
pajarito sabio, que todo lo sabe,
volando, piando, se perdió una tarde,
qué también a Roma, se va por el aire…» *

* Fragmento de un poema de Adriano del Valle