Lejanías
Supongo que es inevitable volar sin sentir la pérdida de aquello que dejas atrás.
La transformación, la mutación, los ciclos… el ver cambiar algo o a alguien hasta convertirse en aquello que poco o nada tiene que ver con lo que conociste y que te conquistó en su día.
Se ha ido, pero puedes verlo, cambiado, aunque parezca el mismo. Y normalmente, no puedes decirle qué lo ha hecho diferente, bien porque no lo sabes, o porque jamás sería capaz de entenderlo o aceptarlo.
Sobrevivimos una y otra vez a esa pérdida, a la llegada de la lejanía entre nuestras orillas, y conseguimos quitarnos esa escarcha gélida que durante meses empapa nuestro corazón, y entonces, abriendo ventanas y cerrando ciclos, llega la primavera, deseando empaparte de vida, y si durante el invierno hicimos los deberes habremos perdido el miedo al rocío.
Pero no siempre puedes librarte por completo del dolor de ver alejarse a alguien, tanto que no podrías reconocerlo ni a un palmo de tu cara. Hay personas, a las que les diste una habitación en tu alma, cuya pérdida lamentarás inevitablemente cuando hagas ronda en tu Hotel cada poco tiempo, y veas que hay habitaciones que no se pueden volver a llenar, cuyo inquilino jamás volverá. Eso sí, lo bueno de ese edificio es que puedes construir tantas plantas como quieras, tan solo deja el vértigo de lado, y siente.
Image from Stockvault. Called «Night scene», from 2happy (thanks)
Es hermoso lo que has escrito Kike, siempre me maravillas con
tus palabras de las cuales se desprenden un sentimiento profundo!!
Un abrazo grande