Cuarteles de Invierno
«Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto,
ah, pero mi tristeza sólo tuvo un sentido,
todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron.
Hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo,
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad,
pero vos encontraste la manera,
una manera tierna
y a la vez implacable,
de deshauciar mi amor.Con un sólo pronóstico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible,
lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras,
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera,
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte que no es mucha.Creo que tenés razón,
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo.Hace mucho, muchísimo,
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno.Ahora estoy solo,
francamente solo,
siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado.
Antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno,
con los ojos bien secos
por si acaso,
miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte.»
La culpa es de uno
Mario Benedetti
Supongo que tenía una deuda con la nostalgia, que no podemos saborear esa felicidad que te da ganas de llorar, sin conocer algo de la tristeza, y el entretiempo entre ambas estaciones, esa nostalgia que nos encierra en cuarteles de invierno donde sacamos lecciones de nuestras derrotas y cogemos fuerzas para luchar de nuevo por el pequeño triunfo del mañana.
Sírvame pues, mi querido Benedetti de escudero, y de melodía mis Vetustos, para recogerme por un minuto contigo, en tus cuarteles de invierno.
Mira el brillo de mis ojos, no permitiré que nada apague este optimismo que tanto me costó encender ¡Mírame bien! ¡Seguimos en pie! Quédate en el suelo lo justo para coger fuerzas, para entender, para convertir en rabia tu error y el suyo, y para levantarte… sin piedad.
Si mi optimismo embotellado no te convence y quieres cortarte las venas, al menos hazlo bien.
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