Peregrino en tu piel

Una vez deshojadas las serendipias, llegó una brisa traidora que se las llevaba para esconderlas lejos de mi, antes de que pudiera descifrarlas. El destino era, como siempre, el que soplaba juguetón, con sabiduría ancestral y el alma traviesa de un niño pequeño. Planeaba, pérfido, irlas devolviendo a mis pies...