Amor… trampolín y barranco

Hoy reflexionaba sobre el amor (para variar ¿no?)
Cuando pasan los años acabas viviendo situaciones tan diversas y complejas, que repasarlas todas es como quedarte en un bucle sin fin en una montaña rusa, puedes marearte… y mucho. Mirándolo todo desde lejos, podrás ver tus errores, y los ajenos, y cómo te condicionan y te definen. Ayuda, que alguien te eche una mano para verte esas zonas de ti que nuestra limitada vista no cubre. Pero para eso están los Amigos, los de verdad, los que te dicen lo bueno y lo malo sin miedo, y los que permiten eso mismo, quizás, un tema para otro post.

Me siento un privilegiado por lo que he vivido hasta ahora. He conocido a grandes personas, con muchas he compartido momentos mágicos. Cada una me enseñó algo, algunas lecciones fueron más difíciles que otras, incluso… me quedaron para Septiembre. Y hubo quien sin darse cuenta ni pretenderlo, me regaló el optimismo crónico.
Bajaros al infierno a encender un pitillo, y cuando volváis arriba veréis el mundo como si hubierais tomado una infusión de metafórica marihuana. El efecto se desvanece, pero queda un poso… y es que cada situación que vivas, reducida a lo esencial, dejará ante ti dos formas de verla… y una siempre será mejor. Eso no quiere decir que debáis engañaros, si lo consideráis oportuno… tomad notas, pero con lágrimas en vuestra mejilla, mirad al horizonte y esperad con cariño el día que se acerca con al menos un regalo para vosotros: el ver el agua que cabe en un vaso en lugar del hueco que deja.

Image from Stockvault. Called «Destiny», from Azri S (thanks)

Cuando las culpas por mis errores me asediaban, intenté mirar atrás y pedir un perdón que solo me beneficiaba a mi. Y me di cuenta, de que la vida abre paso a la vida, y a quienes había hecho daño habían encontrado otros caminos más verdes y adecuados a su mundo. Hace tiempo que no miro el contador de mi karma, pero aceptar que por bien que lo intentes hacer, harás daño, y te harán daño, es una de las lecciones más importantes. La culpa es amante rencorosa del olvido, y prima de lo que ya no puedes cambiar.

Entregas tu corazón, lo alquilas, a menudo con el sueño de construir una gran fortaleza. Y quizás se derrumbe muchas veces, y con ilusión intentarás construir el siguiente resistente a todo. Y en el camino, no te desanimes… piensa que, por un lado, has aprendido a construir castillos, y por otro, quizás te hayas dado cuenta de que lo que necesitas, es una casita de madera junto al mar, confiando en que si un temporal la derriba, volverás a construirla, y sino, con los restos, te harás un balsa para viajar a otra isla.

Vivir con miedo al amor, es como habitar un mundo dónde solo hay noche, por miedo a añorar el Sol cuando se vaya. El amor, en palabras del maestro Gibran: «Pues de la misma forma que el Amor nos corona, así nos crucifica. Como contribuye a nuestro crecimiento, así también participa de nuestra poda.»
Amar nos hace mejores, nos ayuda a renacer y crecer, a soñar y aprender a caer de pie, y con esa ilusión debemos afrontarlo… y si estás en el suelo como un niño, con las rodillas magulladas al caerte de una bici, levántate y sonríe, has vivido un viaje fabuloso, y tarde o temprano, quieras o no, llegará el momento en que te subas de nuevo a tu bici, para comenzar el siguiente, siempre con la ilusión, de que esa vez no te caigas.

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