El momento adecuado… en el que encaja algo

Todo tiene su momento y su lugar. Las piezas esperan pacientes su hueco en nuestro puzzle, y a veces lo tenemos delante de nuestros ojos y no lo vemos, mientras tanto, contemplamos en nuestra mano un pedazo de cartón, perdidos, y nos preguntamos dónde debemos encajar esa pieza, hasta que en el momento adecuado, vemos el hueco.
Una de las cosas que me ha enseñado la vida es que no se puede forzar algo, no puedes dejar de querer, tampoco puedes amar a alguien a la fuerza, los cambios se producen cuando cierras un ciclo, no cuando quieres, y el desgaste que deteriora una cosa, la magia que crea algo, son imparables hasta que han cumplido su cometido, y un buen día te das cuenta que algo se ha roto, y un buen día te das cuenta que alguien de verdad es tu amigo, o de que te has enamorado.

No podemos darle gafas a quien no quiere ver, y en ocasiones, seremos estaciones de paso de personas que van a un sitio mejor, no de un modo absoluto, sino para ellas. Somos trenes en un mapa infinito de estaciones dónde nos cruzamos, y lo curioso, lo maravilloso ¡la magia! no son esos cruces, sino que alguien decida compartir un tren contigo. Hay trenes que te cruzas que nunca olvidarás, otros que nunca te olvidarán, algunos moverán sus vías para volver de nuevo a la estación de tu alma, y otros, no volverán, por mucho que grites, por mucho que sufras, porque amar… no tiene tanto que ver con ser amado, y no hablo sólo de parejas, de pasión, Platón y lluvia, hablo de la vida, autopistas, almas y volantes.

           Imagen del camino de baldosas amarillas cogida de aquí.

Ayer recordaba una amistad que nació y vivió en la cuerda floja, siempre parecía que se moría en algún conflicto y sin embargo, le quedaba una vida más. Todo lo hice bien, me sentía tranquilo por ello, y sin embargo, el día que se rompió, lo hice todo bastante mal ¿pero sabéis qué? mi lección fue que ese día, eligiendo camino, me dio igual, ese día aprendí que sabía qué estación no volvería a visitar, y para que eso pase, nada mejor que tener que elegir cuando solo puedes estar en un único sitio y se te necesita a vida o muerte en varios. A veces nos obcecamos en que algo salga bien, en darlo todo por algo que no nos llena, que no nos aporta nada, y aquel día aprendí, que en ocasiones, hay que saber rendirse para ganar.

Aquel día, como tantos otros, encajaron las piezas de un puzzle en el que comprendí que no puedes salvar a quien quiere ahogarse, y que yo, soy más importante (para mi) que la mayoría de las personas que giran entorno a mi (por unos pocos elegidos, daría mi vida). Como dicen en los aviones en los folletos de emergencias… en caso de accidente, primero póngase usted la máscara de oxígeno, y luego ayude a los demás… pues en la vida, tres cuartos de lo mismo, primero tú, porque sin ti, no puedes ayudar a hacer este mundo un poquito más humano y mejor.

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