Tormenta de Hielo

Esta tarde iba yo tranquilo camino de mi casa… nada me hacía preveer lo que iba a suceder. A medio camino un cielo gris sugería una probable tormenta, a 10 minutos en autobús de mi casa comenzó la tromba con unas bolas de granizo del tamaño de unos garbanzos o una moneda de 10 céntimos, golpeando con dureza el autobús y a todos los coches que iban por la carretera.
No se podía circular bien, así que todos se detuvieron e imagino que con miedo, contemplaron el bestial rugido de la naturaleza, supongo que la madre tierra también tiene métodos para gritar «sostenibilidad».
Según paraba un poco el autobús avanzaba lentamente, la tormenta seguía, la gente no se quería bajar del autobús cuando llegaba su parada… afortunadamente, cuando llegó la mia no granizaba, llovía un poco, pero no debía temer por mi cabeza y mis hombros. De todos modos el camino no fué fácil, la riada recorría el pueblo y yo tenía que cruzarla para llegar a mi casa, pocas veces había deseado tanto llegar a ella. Por el camino, me ví cubierto de agua hasta las rodillas, asumí que los zapatos no tenían salvación y el pantalón iría esta noche a la lavadora, el agua estaba fría pero pese a todo hice uno de los sprints más espectaculares de mi vida, y llegué a casa, desde aquí, la tormenta de hielo se veía bajo otra perspectiva.