La energía que nos une

Siempre me ha fascinado la ciencia, creo que nací viendo sexys a los números y una de mis verdades prácticamente incuestionables, es que los números son los arquitectos y el idioma del Universo. Incluso eso podría ser erróneo (mmmm ¡No!), pues otra de las cosas que he aprendido es que todo es cuestionable, y que incluso tu mayor verdad puede ser completamente mentira. Y también he aprendido que siempre queda electricidad (esperanza) para hacer brillar una bombilla… y que a veces me enrollo demasiado y pierdo el hilo de la conversación, como ha sido el caso.
Pese a mi creencia en la ciencia, el mundo nunca deja de sorprenderte con cosas que van más allá de toda probabilidad estadística. Esto vino a mi mente hace unos días cuando tras soñar con una amistad con la que no hablaba hacía 6 o 7 meses, quizá más, poco después me envió un mensaje ¿Coincidencia? No sabría hacer las matemáticas ahora, pero la posibilidad no estaba a favor y era ínfima, como dice la gran cita de Einstein: «Dios no juega a los dados»
Aún recuerdo cuando yo era más propenso a crisis sentimentales y existenciales y mi hermana me llamaba entre brumas para consolarme, intuyendo mi estado, estando a mil kilómetros de distancia.

Hay una conexión energética entre las personas, claro que no se ha explicado aún, pero apostaría sendos testículos a que algún día se podrá formular y entender por la ciencia. Es el vínculo que hace que una madre tenga un escalofrío si le pasa algo a su hijo, o un hermano a su hermana, algo que aumenta en casos de gemelos o mellizos, o simplemente, dos personas con una afinidad especial, que hace posible que ambas perciban los sentimientos más intensos del otro. Creo que hay buenos ejemplos de ello, anécdotas que siendo difíciles de probar, estoy seguro tienen una lógica y una base científica, pero no por ello podemos dejar de verlos como algo mágico, aunque tenga una explicación que se cuece a fuego lento en el horno de la ciencia.

Hace ya unos años, esa fue mi pequeña revelación, un diminuto «pienso luego existo», pero que rezaba algo como «existe una energía nos conecta a todos». Me vine arriba y lo relacioné con algunas cosas de la Teoría de Cuerdas, y podría tener algo de sentido como ser algo completamente descabellado, el tiempo dirá.
Quizás me equivoque… pero no puedo evitar sentirlo. Y un católico me dirá «Pues yo siento que Dios existe, e incluso he visto a la Virgen en una magdalena mojada de Nesquik», yo le diría que le han enseñado a creer y a ver ciertas cosas, que no por ello existen, a ponerle cara a un todo tan grande que ni podemos comprenderlo, a ponerle voluntad al azar. Él esgrimiría sus argumentos, yo los míos ¿Estaríamos los dos igual de equivocados? Quiero creer que no.
Llega un momento en que tan solo se trata de sentir…
Todo lo demás, podría dar igual.