Tu tierra y mi cielo
¿Son las enseñanzas necesarias para ser felices diferentes para cada uno?
Me pierdo en tus ojos y los recuerdos de tantos años de sentimientos se diluyen bajo el poderoso presente de tu olor. ¡Cuántas historias de besos robados! De momentos perfectos que tejimos para no saber conservar, repartiéndonos momentos y fallos para hacer imposible la unión que parecía inevitable.
Me miro en tus ojos y los sigo viendo repletos de miedos ¿Ves tu el fondo de los míos? No sé si no has querido verlos o lo impidieron tus miedos, quizás allí haya respuestas que no quieres escuchar.
Esos labios nacidos para bailar juntos se desean ahora en silencio, dejamos atrás las travesuras de antaño para darle a tu hogar el equilibrio que deseas encontrar, sólo mi amor es más grande que mi deseo, y si deseas que sea fuerte, por ti, mi amor, mi sueño, sabré serlo.
El destino nos reservaba un naipe cruel.
La vida, en algún momento, nos llevó por caminos diferentes.
Yo me enamoré del cielo, y entre suspiro y suspiro, emprendo el vuelo.
Tu ataste tus pies a la tierra, no por que no te guste volar, sino por que temes ferozmente las cicatrices de las caídas.
Condenados a encontrarnos o a estar separados, pero que a todo, de no estar juntos, le falte siempre algo.
Quizás tu destino sea mirar el cielo añorante.
Quizás el mío, sea mirar a la tierra, para encontrarte.
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Sin más remedio, en ocasiones las personas, pese a amarse toman rumbos distintos y queda la añoranza de lo que pudo ser…
Un abrazo.
A veces, esos rumbos distintos son necesarios para convertirnos en lo que ahora somos.
Tal vez, de no haber tomado rumbos opuestos, uno no habría despegado el vuelo y la otra no estaría sobre la tierra sino enterrada en vida. La misma distancia pero desde dos puntos más dolorosos.