Inevitables dualidades

Una de las cosas más fascinantes de este Universo nuestro es la omnipresente dualidad. Esa victoria insípida si no se ha vivido antes la derrota, esa luz carente de valor sin antes haberse sumergido en la oscuridad, la sabiduría que brota únicamente de la semilla de la ignorancia, el mal contra el que el bien lucha en cada instante, el día que existe merced a la ausencia de la noche.

Vivimos en un planeta diseñado para ello, con esa rotación y traslación que nos mueve entorno al Sol, que crea los ciclos diarios, con la Luna que sigue sus propios biorritmos y nos regala las mareas.

Habitamos entre el equilibro de esa dualidad, entre esas dos fuerzas entre cuyo conflicto, se siente en casa el alma humana. Nos perdemos en los matices entre ambos elementos, y como decía Lao, debemos aprender a disolver esos contrastes entre ambas partes, dejando de lado las diferencias culturales y religiosas. Como dice el capítulo XLII del «Tao Te King«, de Lao Tse:

“El Tao engendra a la Unidad,
La Unidad engendra a la Dualidad,
La Dualidad engendra a la Tríada.
La Tríada engendra a los Diez Mil seres.
Los Diez Mil seres llevan el Yin en sus espaldas y el Yang en sus frentes, y la armonía de su Chi depende del equilibrio entre estas dos fuerzas”

Otra cita que me gusta, del Hua Hu Ching, es la siguiente:

«Para la persona ordinaria, el templo es sagrado y el campo no lo es. También esto es un dualismo que va en contra de la verdad»

Por eso no funcionaba en Matrix un mundo de felicidad perpetua, porque el ser humano necesita de contrastes, no hay dulces sin salados, ni soledad sin compañía previa, ni negro sin total ausencia de blanco. Y en medio de todos estos contrastes, cada uno lleva un poco de su opuesto en si mismo, y quizás, si cuando miramos el mundo, vemos alguno de estos contrastes, tendremos impulso para los lados oscuros de estas dualidades, tendremos el corazón roto… porque amamos, miedo a la oscuridad… porque disfrutamos el sol, tristeza… donde antes había alegría. Y pasito a paso, podremos darle la vuelta a la tortilla, y disfrutar también de todos los puntos intermedios que se nos escapan cuando nos negamos la felicidad de las pequeñas cosas. Intentar cada día abrir los ojos y ver el mundo como es, no como nos hicieron creer que sería.

Y concluyo este desvarío con otra cita de Lao, esta mucho más conocida:

«Un árbol enorme crece de un tierno retoño.
Un camino de mil pasos comienza en un solo paso.»

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3 Respuestas

  1. Tegala dice:

    En estos días vivo inmersa en sentimientos contradictorios. Esa dualidad de la que hablas y esa luna que sigue sus propios ciclos alterando los míos. Un desvarío propio que me lleva a querer y no querer, a extrañar y sentirme feliz con las distancia…

  2. Shubhaa dice:

    Pero nos cuesta tanto aceptar que la dualidad y la contradicción existen!
    Besos duales

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