La paradoja de la autoproclamada buena persona.
Voy a escribir un montón de chorradas a continuación, pero seamos honestos, os voy a hacer un pretrailer:
— Si una persona dice ser buena persona, spoiler, no tiene porqué serlo.
Lo siento, pero siendo igualmente directo, el refranero popular es muy claro en este sentido:
«Dime de qué presumes, y te diré de qué careces.»
Blanco y en botella. El otro día me crucé con una persona que lo primero que te decía al verte era «Hola, soy buena persona, los niños me adoran«, y cuando en 5 minutos me lo dijo 2 veces más, empecé a pensar que estaba un poco cucu, y que no, igual no era tan buena persona, y puede que los niños no le profesen adoración precisamente. A los tres días la iluminada cogió a mi madre por la calle como si la conociera de toda la vida y le repitió lo mismo, que ella era muy buena persona y que tanto niños como personas mayores son sagrados para ella (incluso los locos tienen parte de razón), pero lo que vino a continuación no fue del todo agradable y es mayor su necesidad de llamar la atención que de, sencillamente, ser buena. Cuándo una persona exalta su humildad, su bondad o su generosidad… ve con mucho cuidado.

📷 Imagen de Cottonbro Studio en Pexels
Esto se suma a otras ilustres personas de mi vida, a las que incluso llegué a querer bastante, que reconocían abiertamente ser buenas personas por haber hecho un acto de caridad o por haber tratado bien a gente de «el tercer mundo» (dicho por ella). Es increíble el nivel de postureo al que llegan algunas personas, ese cinismo de tener contratada a una inmigrante pagándole dos duros para luego presumir de su labor social, en fin, que no, que si dices que eres humilde dejas de serlo automáticamente, y que no eres buena persona si haces algo bueno y te pasas el día presumiendo de ello, no lo haces por esa persona, lo haces por ti, y eso lo transforma en puro marketing.
Y saber estas cosas ha hecho que no me declare nada, ni buena persona, ni buen amigo, ni generoso, ni buen amante. Todos son atributos que deben otorgarse desde fuera, y no se cumplen en todas direcciones. Depende de quien te mire eres una cosa u otra, pero como dice otro sabio proverbio: Recuerda que cuando señalas a alguien, tres dedos apuntan hacia ti.
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