Refugiado en mi rincón feliz
Somos malabaristas del mundo y la vida, sosteniendo en el aire muchas cosas, como un trabajo, la familia, relaciones sentimentales, hobbies, añoranzas, sueños… y cada cosa es una bola roja más que nos esmeramos no se caiga al suelo. Es importante no saturar la cantidad de bolas que tenemos en el aire, o sino corremos el riesgo de que perdamos el ritmo o todo se nos caiga por el suelo. Yo llevaba un tiempo agobiado por la cantidad de cosas que tenía en el aire, siendo incapaz de gestionarlas, y consciente de que muchas de ellas debía haberlas dejado aparte hace mucho tiempo, pero mi corazón y mi incapacidad por dejar ir se aferraba a ellas, y la saturación a la que me vi sometido, por mi propia culpa e incompetencia, hizo la situación insostenible, hasta que el día que menos lo esperaba, fruto de una mentira que creía inocente, se me cayeron al suelo todas mis bolas, y me quedé petrificado y desnudo, buscando desesperadamente el camino a casa no como bálsamo, sino cómo refugio ante el derrumbe que se me echaba encima.
📷 Imagen de Peggy Anke en Pexels
Y mi verdadero problema no es que se cayeran todas las bolas con las que yo hacía malabares, no. El problema es que me descontrolé tanto, lo hice tan tan mal, que tiré todas las bolas de una de las mejores personas que me he cruzado en la vida, y hay momentos en los que daría la vida porque eso no hubiera sido así. Tengo un duro trabajo por delante para que llegue a poder volver a mirarme al espejo, lo sé. Por ahora, me conformo con entender algunas cosas, con seguir caminando pasito a paso y que lo mucho que me he decepcionado no afecte a mis ganas de vivir.
Así que estos últimos días, he ido recogiendo las bolitas una a una: Mi Trabajo, no ya solo por mi, sino por mi familia del Norte a la que puedo proteger y mimar con lo que gano. La bola de la Mínima Autoestima que todo ser humano debe tener, pues pese a mis grandes errores, derramo mucho amor en la vida de las personas, y suelen quedar secuelas bonitas, que aunque puede escocer tras mi inmediata partida, quiero creer florecen con el tiempo. La bola de las Ganas de Aprender de todo esto, y darme cuenta de que tengo algo en peor estado del que pensaba, pues no vi venir lo que iba a pasar, y hay mucho que arreglar, como cicatrices no cicatrizadas y viajes que hago a menudo sin tener claro el destino al que quiero llegar. La bola de la Esperanza, de que podré volver a volar, renacer de mis cenizas, y que todo esto tendrá sentido más adelante. En estos días ha habido algún instante en que quizás he podido entender algo de todo esto… pero solo acaba de empezar este viaje por 2023.
Por ahora, con 4 bolas es suficiente, mientras le voy perdiendo el miedo a la vida.
Y lo haré todo muy despacito…
Si me notáis ausente no temáis, volveré.
Llevo una semana refugiado en mi rincón feliz,
no sé ni cuándo ni cómo saldré,
pero lo haré.
Un besote muy grande katre