4 conversaciones sin terminar

1

Era un preadolescente que aún comprendía poco del mundo cuando vi por última vez a mi abuelo. Tras una larga enfermedad, se había ido consumiendo como una cerilla… pero en lugar de quedase negro, él se quedó amarillo. El día que lo vi en el hospital no estaba preparado para lo que me esperaba, no sé si una conversación con mis padres hubiera podido aliviar lo que iba a pasar, creo que algo me dijeron, pero verlo era muy distinto: me costaba reconocer al gigante indestructible que siempre había sido para mi, y aunque estaba en esa edad en la que te empiezan a llamar hombre, no era más que un niño. Mi abuelo había plantado cara al cáncer hasta los límites que un ser humano puede, pero estaba a punto de irse y quería despedirse de su nieto favorito. Por desgracia, aquel niño que fui no supo guardar la compostura y se retiró llorando de la habitación de Hospital, sin poder volver a hablar con él nunca más…
De poder volver a tenerlo delante, le agradecería sus historias y le reprocharía con cariño su machismo, le daría un abrazo y recordaría con él anécdotas cómo aquella noche en que me hizo una broma haciéndome creer que había una extraña criatura debajo de la cama que compartía con mi tío mientras los visitábamos en Vigo. Y le diría que lo querré siempre.

2

En su día, me había propuesto dar más oportunidades a la gente incluso después de algún disfraz que me había encontrado, y quería centrarme en buscar esa chispa especial que en tan contadas ocasiones surge, para dejarme llevar por ella. Así que sus 4 hijos y su casa rural con agua de pozo y luz de generador se convirtieron en una anécdota inicial, pero surgida la chispa mágica… decidí seguir adelante. Pero pese al amor, era todo mucho más complicado: la convivencia con los niños, la falta de normas… plantaban cara tanto a esa gran conexión entre nosotros, como a esa vuelta a lo más básico que me hacía tan feliz, así cómo tener una familia de adulto, algo que nunca había vivido. Poco a poco, lo que empezó bonito y refrescante, se truncó volviéndose complicado… y finalmente tóxico. Yo por aquel entonces no sabía que convivía con alguien con borderline, y eso hacía que mis viajes o ausencias fueran siempre un problema. Llegaron los miedos, los insultos y gritos, y aquella obsesión con formar un hogar hacía que la relación se desmoronara como el castillo de arena que se construye sin paciencia. Aquello no funcionó, y más allá de excusas, puntos de vista, errores y tropiezos… al final ambos cometimos muchos errores, pues mientras yo buscaba mi equilibrio, ella enloquecía por atarme allí, dejando de lado mi vida, cosas que se explicaban en parte por su trastorno. Con el tiempo se casó con otro, y volvió a mi vida meses después, y acabé sin pretenderlo viéndome envuelto en un nivel de violencia, amenazas y mentiras que hasta entonces me parecía ficción. Una psicóloga me ayudó mucho a verlo todo con perspectiva y salir de allí, y mis últimas conversaciones con los diferentes miembros de aquella familia me dejaron claro que aquel no era mi sitio, de ahí mi promesa de que jamás volverían a saber de mi. Cuándo me iba seguro que ella me llamaba cobarde, y pocas veces me sentí más valiente, y tan acertado. Un mismo amor puede habitar verdades y realidades muy diferentes.
De poder volver a vivir aquello… sería más consciente del peligro, por grande que sea un paraíso… preservar tu vida, tu cordura y tu salud es algo fundamental. No olvido lo sucedido, ni lo bueno ni lo malo, y en todo momento les deseo felicidad y calma. Yo siempre recordaré con cariño a aquella familia que durante unos años, fue mía, y a una mujer a la que quise más de lo que todos creían.

3

A veces las personas que más cambian tu vida llegan a ti del modo más inesperado. Él era un informático lleno de conocimientos que se comparte al mundo con una mezcla curiosa de sabio enriquecedor y necio que adora tener la razón para reforzar su autoestima. Su necesidad de optimizar tu vida hace que te enseñe trucos y formas de «vivir mejor» casi cada día, y si eres tan estúpido de no emplearlas… es tu problema. Por desgracia, tiene verdaderos problemas a la hora de gestionar sentimientos, y es un «o estás conmigo o contra mi» constante. Trata a las mujeres como objetos por miedo a abrir su corazón, y cómo cuesta mucho que el amor salga bien, cada fracaso «refuerza» su actitud vital y él cree que le da la razón. Durante años, compartimos muchas aventuras, fuimos Starsky y Hutch, y sabíamos que juntos no había nada imposible. Sin embargo yo veía cómo cuándo se enfadaba con alguien, a veces solo por decirle una frase de lo más normal que a él no le gustaba, lo añadía a una lista negra de la que nadie podía borrarse, y yo le decía entonces que ese comportamiento era un mal augurio para nuestra amistad. Mis méritos hicieron que tardara mucho en ser añadido, y un gran viaje que debió despejarnos y darnos aire para una vida no siempre sencilla, fue su argumento final para añadirme a esa lista.
De poder volver a hacer aquel viaje… quizás nada habría evitado nuestro final. Tirando por el retrete mi orgullo ya le pedí disculpas entonces… y él, ni las contestó, ni siquiera me dijo porqué dejó de hablarme cuando estoy seguro, podría defender que él se portó mucho peor conmigo. Seguí el mismo camino que tantos otros, así que no me sorprendió. Yo siempre creí que él tenía el potencial de ser una estrella, y no un Donald Trump cualquiera. Y siempre le recordaré con cariño y una parte de mi deseará mientras viva que me un día me envíe un mensaje para que podamos seguir aquella conversación hecha amistad, y viceversa, cosa que jamás sucederá.

4

Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo que no supe digerirlas. Un amor del que te consume y al mismo tiempo, te hace inmortal. Que cualquier gesto tenga sabor a cielo, que pasear, dormir, ducharse o lavarse los dientes sean completamente distintos a todo lo vivido antes. Sentí tanto… que a veces me moría, y otras renacía, una discusión con ella me volvía loco, una reconciliación me hacía morir de un amor infinito y único. Nada tenía sentido sin ella, y sin embargo, era una relación de inicio complicado por su situación familiar y la distancia. Pero un amor así todo lo puede, y no había brújula ni viaje si ella no estaba a mi lado. Y tras un par de meses juntos, un accidente doméstico envuelto en celos tontos, una mala racha, hicieron mella para comenzar a separarnos… fueron tantas cosas, y yo llevé tan mal creer que perdía la fe… no imaginaba el dolor que ella soportaba, tanto en su viaje, como al acompañarme después mientras visitaba su tierra, qué necios… yo el primero. El ocultar partes de nuestra verdad el uno al otro nos hizo creer que éramos mentira, y que aquel cuento no acabaría bien. Aquella pasión no entendía de fuego lento y pedía ser consumida sin límites, aquellos meses de espera parecían eternos… pero el mundo recobraba sentido una vez juntos. Y el viaje a la capital del reino no realizado añadió más distancia… y los miedos, orgullos, los consejos ajenos e incluso los celos, hicieron que levantara uno de esos muros que otras veces me habían salvado. Y de ser una guitarra de rock y la mano que la toca, nos convertimos en dos barcos que se separaran en una larga noche para no juntarse nunca más…
De poder volver a verla, le daría un abrazo, no creo que pudiera hablar. Fui torpe en palabras, estúpido en actos y subestimé en qué podía convertirse aquello, y el vínculo mágico que nos unía. Al final todo tiene un sentido, o eso crees al hacer las elecciones, y aunque quizás haría lo mismo… es inevitable ese «y sí«, que convierte un afecto infinito a inolvidable a una persona a la que siempre querré, en mucho más que eso.

Aceptar que estas 4 conversaciones no continuarán ha marcado mi vida…
…y me ha dado calma para comprenderme mejor, empezando por perdonarme por mis errores, y ser consciente de mis aciertos. Nada cuesta más que darle la espalda a tu corazón, cuando se convierte en ese niño caprichoso, miedoso, estúpido y cínico, que podría acabar contigo.
Pero la vida sigue, la música suena y has de bailar… quizás no siempre seamos destinos, pero sí estaciones que ayudan a otros, o a nosotros mismos, a llegar a dónde pertenecen, mientras todos aprendemos… a sentirnos bien en nuestra piel.

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2 Respuestas

  1. Marichu dice:

    qué buena reflexión. Me gusta la idea de los temas pendientes. Debe liberar zanjarlos.

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