Tan cerca, tan lejos

No sabía al acostarme, más pronto que de costumbre, qué me depararía la noche.
Al despedir el día y bajar la basura me encontré todo nevado, y una vez en la calle, me dio tanta pereza subir a calzarme algo más serio, que decidí sacrificar mis zapatillas de casa y cruzar la nieve, disfrutando de los copos que me caían encima.
Al volver a casa, con todo preparado para dormir, compré unas zapatillas de casa nuevas en Amazon, la humedad me recordaba que las mías estaban ya muy viejas, y poco después me hice un ovillo bajo el nórdico, instante mágico donde los haya.
Con las voces de mis frikis favoritos en televisión me quedé dormido.

Allí estaba ella, en mis sueños. Preciosa y genial.
Una parte de mi razón, casi despierta, dijo «Y está tan cerca de ti»
La otra parte de mi, casi consciente, respondió «Y a la vez tan lejos»
Ambas partes de mi estuvieron discutiendo toda la noche.
— Fuiste un seta, y ella no se quedó para ver si la historia que empezaba regular se convertía en leyenda, y no la debes culpar por ello.
— A poco graduada que tuviera la vista, debía haber imaginado lo que podríais haber construido juntos, pese a tus muchos defectos, no debes olvidar lo que apostaste por ella, quizá la agobiaste al soñar por encima de sus posibilidades.
Mientras escuchaba a ambos discutir, tan solo pensaba en cuanto me habría gustado haberlo hablado todo, para cerrar el grifo de dónde salió la distancia que nos alejó lenta e inexorablemente. Quizá no éramos el uno para el otro, quizá di por sentadas algunas cosas, pero si sabía que no hubo por mi parte la menor malicia, y que intenté obtener algo que no llegó.
No debería volver a usar el gel que me recuerda a ella antes de dormir.
Estoy deseando volver a acostarme esta noche, para ver si la ruleta, me trae otros sueños.