Medidas imperfectas

Queremos medirlo todo… más allá de los días y sus noches, también contamos los segundos, los minutos, somos precisos para no perder un tren, no llegar tarde al trabajo, ver una película en televisión… queremos que no se nos escape el tiempo, pese a todo el que perdemos contándolo.
Medimos los megapíxeles de las cámaras como definición de su calidad, necesitamos un dato que resuma todo lo que no entendemos, y quizás sea perdonable, pues la calidad de la fotografía se mezcla con el ojo y el pulso del que la toma, y no es fácil saber si una cámara es buena, pues son las personas las que pueden o no sacar lo mejor de ella.
En los videojuegos también se miden todas las cosas: cuantos has matado, cuantas partidas has ganado, cuantas horas has jugado… pero no se mide lo que has hecho, ni lo que has ayudado a otros, ni el compañerismo exhibido o ausente en esas partidas, ni mide cuantas veces te interpusiste en una bala que no iba hacia ti.
Medimos en cucharas, cucharitas, tazones y tacitas lo necesario para realizar un plato aceptable, sobre todo aquellos que carecemos del instinto de saber lo que le falta, esa pizca que los que saben no pueden explicar.
Medimos, seguimos midiendo… hasta las cosas más absurdas e intangibles, como el amor ¿Cuanto? Bastante, mucho, todo, siempre. Olvidamos cualidades importantes, simplificamos a lo que nos parece más fácil de entender ¿Alguna vez le preguntáis a alguien cómo os quiere? No, con el cuanto es suficiente…
Medimos la distancia que separa dos corazones, pero no sabemos cómo medir dos almas que nunca se separan.

Beautiful image from Stockvault. Called «Pencil Rules«, from James Walton (thanks)

Este es el tema principal de True Detective, cuyo 8º y último capítulo acabé ayer ¡Sensacional!