Orden doméstico
En tres horas le había dado la vuelta a todo lo que no había hecho en el fin de semana, obnubilado por las series y algunos compromisos sociales.
Había planchado un par de lavadoras, me había puesto a limpiar el acuario, y aprovechando el pantano y las huellas que dejaría ese proceso, decidí fregar el suelo de todo el piso.
El sudor del esfuerzo tuvo su contrapartida en una ducha caliente, y luego, un pitillo mientras me tumbaba en el sofá.
En aquel instante me sentía perfectamente bien… con un Universo en calma, olvidando lo malo, degustando lo bueno.
«Qué maravilloso es tener todo así de limpito y ordenado.» pensé.
Y entonces sonreí travieso recordando esos pequeños caos en los que me gusta habitar, esos contrastes que se me aparecen una y otra vez (susurrándome que son la clave de todo), y me deje envolver por aquel delicioso y breve momento…
Tras darse la paliza —porque, seamos sinceros, lo es, salvo que seas bruja y lo hagas moviendo la nariz como Samantha, o tengas quien te lo haga—, es una gozada relajarse, disfrutando al saber y ver que todo está limpio y ordenado, que huele a recién hecho. Eso, al menos a mí, me da paz. Pero creo que esa paz procede también de dejarse ganar de vez en cuando por el caos y la entropía, por el placer de cruzarse de brazos y decir, ¿y qué si está descolocado? :)
Un abrazo caótico, my friend :*
Esa mrs Silver Angel cleaning lady xD
Como te entiendo…
;) A que si?
Ufff!! El caos me invade con frecuencia. Y más aún últimamente que descubro que me fui apropiando de todos los espacios, y hay que despejar para el nuevo inquilino.
Un abrazo apretadito