El dilema de la moneda…
Siempre he adorado la dualidad humana.
Existen esas personas que te hacen creer en el mundo, y todo lo contrario.
Los días, más largos según tu situación en el planeta, dan sin duda sentido a las noches, el todo y la nada, enemigos íntimos.
El bien y el mal y su eterna lucha… algo tan bien interpretado históricamente, y convertido en metáfora por aquellos visionarios que supieron ver que el ser humano, al menos durante un par de milenios, necesitaría de la religión. Cielo e infierno, le llamaron, o cosas parecidas.
Incluso la moneda refleja a la perfección esa dualidad, no hay puntos medios… o cara, o cruz, solo puede haber uno, ese es su sentido.
Sigo preguntándome qué pasa cuando hacemos una elección vital lanzando al aire una moneda…
¿Hay un destino prefijado que sabe que sabrá? ¿Da igual lo que salga?
O acaso… ¿Se forman dos mundos cada vez que lanzamos al viento una moneda?
Un «lo que fue» y un «lo que pudo ser» para ambas realidades que desde ese momento se separan.
Una vez lancé una moneda de verdad, tan perdido que le permití a aquel gesto ser mi única guía… no prefería ninguna de las caras, y estaba dispuesto a rendirme al veredicto del azar.
Cuando la juez dio su respuesta la acepté sin vacilar… pero hubo un momento en que miré atrás, viendo al otro lado de la tela, a alguien casi igual que yo, que se giraba hacia mi y me guiñaba un ojo, con una sonrisa comprensiva en su cara.
Aún no sé cual de los dos se quedó con el mejor camino, pero sobre todo… no sé si años después, lanzando otra moneda, hemos vuelto a encontrarnos, o seguimos separados por el universo que habita entre los mundos que nacen en una moneda al aire.
¡Qué filosófico inicio de semana! Tu post me recordó a la novela «The Dice Man» donde esa arbitrariedad para tomar decisiones se dejaba en manos de un dado, no de una moneda (¡imagina qué de universos posibles!). Creo que al final, las decisiones importantes, merecen que nos mojemos y elijamos. Lanzar una moneda al aire para ver si comemos carne o pescado no es lo mismo ;)
Un beso
A mi estas reflexiones me recuerdan a «Dos Vidas en un Instante», un peliculón de Gwyneth Paltrow, donde su vida se divide en dos por culpa de haber cogido (o no haber cogido) un metro. Aunque ambas vidas confluyen…
Un abrazo, ánimo con la semana
Yo me aferro a la fe de que sucede lo que debe ser y que en cada momento, con monedas o sin ellas decidimos lo mejor que pudimos. Como los valientes, siempre adelante. Lo que pudo haber sido, sin duda, no es.
Achuchon fuerte.
Estoy con Bruma, durante años repetí hasta la saciedad: «Todo lo que me pasa en la vida es lo mejor que me puede pasar» porque los mundos paralelos tienen el peligro de que podemos imaginar lo que queramos y claro, la realidad acaba perdiendo con la comparación…
Abrazo aquí y ahora
Me ha encantado mucho la entrada, en serio, ¿de dónde sacas tanta inspiración? jajaja
Tal vez la moneda es un punto de apoyo cuando estamos indecisos y no sabemos qué decisión tomar, no obstane, es mejor dejar la moneda a un lado y asumir el riesgo de la decisión que hemos tomado.
Un abrazo!!
A veces tengo la sensación de que me equivoqué en algunas decisiones (y fue sin moneda) y pensando en ello trato de imaginar qué hubiera sido de mi vida si la decisión hubiera sido otra y ¿sabes? lo que me devuelve a la realidad es saber que de haber tomado ese otro camino no tendría en mi vida a las personas valiosas que hoy están en ella y que me ayudan a ser mejor persona.
Gracias por tu reflexión tan bien expresada…
Un abrazo lento.