El sanador musical (Parte 2)
El experimento había sido todo un éxito y un joven Dulen, en su último año de universidad, había conseguido curar a su primer paciente. No podía evitar estar emocionado, aunque su ambición era un sonido incesante que hacía de canica rebotando contra las paredes de su conciencia. Aquello no era sino un principio.
Siguió sus tratamientos con varios pacientes con afecciones leves. Consiguió reducir la preparación de las sesiones, que en un principio le llevaban horas, a unos minutos. Observaba el movimiento de las auras en el espejo durante un rato, y poco después, encendía el sintetizador que él mismo había programado para que las notas envolvieran al sujeto. Y mientras las notas se arremolinaban en melodías, el paciente se relajaba en un cómodo sillón hasta quedarse casi dormido. Una vez concluido, relajado y feliz, abandonaba el laboratorio. Dulen hacía sus anotaciones y seguía planificando su siguiente paso.
Después de completar con éxito la curación de varios sujetos decidió emprender un proyecto más ambicioso, y comenzar el tratamiento de un paciente más grave. Entre los voluntarios había una chica con una enfermedad muy compleja para la cual no habían encontrado aún curación con la medicina tradicional. La tristeza se abría paso con la enfermedad y la mostraba demacrada y gris.
Cuando Dulen comenzó el tratamiento de ella, no necesitaba apenas preparación, observaba los colores y se dejaba llevar por los mismos, sencillamente… hacía de las auras de sus pacientes sus partituras. En aquel momento ya había acabado el curso y todos lo conocían como «el hombre que conoce todas las notas», y en aquel momento, era cierto.
La primera vez que observó el aura de aquella chica se quedó petrificado. Sus variaciones cromáticas y ondulaciones no tenían nada que ver con nada que hubiera visto antes. Supo que no podría hacerlo todo a la vez. Escogió las sombras verdes, íntimamente vinculadas con el cuerpo, y se tomó su tiempo, incluso hizo anotaciones y tuvo que cambiar la programación de los sintetizadores. Una vez listo, procedió. Fue cambiando de ritmos lentamente, sucediendo notas, una melodía se dirigía a una zona, la otra a la opuesta, y entre ambas, coherencia y sentido musical, aquella experiencia jamás había podido ser explicada por nadie que la hubiera vivido, todos, emocionados, exclamaban que era maravilloso e indescriptible.
Tras dos sesiones, el doctor de la chica fue a visitarlo.
– Dulen, debo decirte algo. – le dijo
– Dígame doctor – respondió sonriente
– Verás, no sé cómo, pero tu paciente… está superando la enfermedad desconocida. Nuestros análisis médicos revelan que con una sesión más podría quedar totalmente curada, incluso dejándola sola, su cuerpo podría ser capaz de acabar el proceso en tan solo unas semanas. – explicó el doctor
– Eso es estupendo ¿no? – respondió Dulen tan vital como siempre
– Si, claro, pero verás… su estado anímico no responde como debería, sigue triste y sin ganas de vivir.
– mmmmm bueno, puedo intentar hacer algo, me he centrado en su cuerpo, todo junto podría haber sido demasiado, en las próximas sesiones me centraré en ordenar su mente y hacer que encuentre el camino.
– ah, bueno… eso será maravilloso, ojalá todo salga bien, muchas gracias.
Dulen estuvo practicando durante dos días, empleando un nuevo sistema de sintetizadores que le permitieran mayor variedad y precisión de notas. Descansó durante toda una noche preparándose para el día siguiente, cuando a primera hora de la tarde tendría su sesión tan importante para reparar el lado más emocional de aquella chica.
Estaba todo listo para comenzar la sesión. La chica tenía los ojos perdidos y parecía nerviosa. Dulen le pidió que se calmara lo que pudiera y tomara asiento.
Las variaciones de aquellos espectros de colores eran increíbles, por un momento Dulen temió no poder hacerlo todo lo bien que la situación merecía, pero optimista, pensó que de ser así, suavizaría aquello para continuar en otras sesiones. Puso sus manos sobre las teclas del sintetizador y fundió su mirada en el espejo, no había nada mas para él. Comenzó suavemente las notas, buscando una melodía relajada que calmara poco a poco el eléctrico movimiento de aquellas líneas. Lo fue consiguiendo, cada vez se movían más despacio y así podía ver los verdaderos picos de las astillas en el alma de la joven. Siguió encadenando notas, con transiciones musicales que le daban unos segundos para pensar en cómo enfrentarse al siguiente ritmo sanador. Poco a poco los picos se hicieron elipses, y bajó a una melodía suave para mirar, mas allá del espejo, cómo estaba la chica.
Le sorprendió verla tranquila pero con varias lágrimas deslizándose por su cara. Le preguntó si estaba bien y ella le dedicó una sonrisa mientras asentía con la cabeza. Él le devolvió la sonrisa y fijó de nuevo su mirada en el espejo, aquello iba muy bien, pero aún debía ser finalizado.
Subió su ritmo de nuevo, limando unas aristas que se manifestaban en la zona sexual de la joven, e intentó no imaginar qué las habría causado, quizás algún abuso o algún hombre carente de tacto al tratarla, no podría adivinarlo así, pero si podía curarlo. Dulen no se había dado cuenta de que llevaba más de una hora, pero ni estaba cansado ni tenía la menor intención de detenerse.
La forma oscilaba en el espejo sin aristas, era muy parecida a la de una persona sana y feliz, tan solo quedaba un leve temblor. Emprendió un ascenso musical destinado a trabajar todo el espectro de la joven, a calmar aquello y que la oscilación de su aura se quedara con el clásico balanceo de un estado en calma. Puso toda su mente y sus fuerzas en aquel ascenso de notas hasta que finalmente, concluyó su melodía.
Agachó la cabeza cansado, y tras tomarse unos segundos miró a la joven. Tenía la cara inundada de lágrimas pero sonreía. Fue hacia ella y le ayudó a levantarse del sillón. Lloraba desconsoladamente y sin fondo, como un niño pequeño, y de vez en cuando soltaba una sonrisa que parecía muy sincera.
– Gracias – mascullaba ella entre sollozos – muchas gracias
Dulen se había quedado sin palabras.
– No sé cómo lo has hecho pero… tengo ganas de ver la Luz, de respirar la bruma, de sentir el jabón rodeando mi cuerpo mientras me doy un baño, de abrazar, de sentir, de llorar, de reír…
La joven levantó su cabeza para mirar a Dulen a los ojos. Su cara estaba repleta de marcas que habían dejado sus lágrimas, y pese a todas las que habían caído, seguía empapada en las mismas. Con determinación, la joven dirigió sus labios hacia los del sanador musical, y los fundió con los suyos mientras en la cara de Dulen se sentía la humedad que impregnaba la cara de la chica. Él respondió lo mejor que supo, y durante más de un minuto, se besaron apasionadamente, el sanador no había vivido nada parecido pero le encantaba y se dejó llevar, fue un beso sin reloj, ni medida, ni posible definición que se lo haga entender a quienes no lo vivieron como fue.
La emoción tras aquel regalo hizo asomar unas lágrimas a los ojos del sanador.
Se quedó contemplándola a un palmo, era hermosa, mucho, y aunque no sabía que decir, emitió un ligero murmullo con el que pretendía decir un «Gracias».
Respiró hondo y miró al techo evitando que la emoción se desbordara.
Cuando pudo hablar con normalidad, Dulen dijo:
– ¡Vaya! Creo que acabo de descubrir la nota que me faltaba.
Días después empezó su libro sobre sanación musical, cuyos principios no solo consiguen que su raza tenga una vida mucho más longeva, sino mucho mejor.
Image from DigitalBlasphemy.com gallery, best 3D gallery on the Net. Named: Biodome (2007)
Fantástico!!! Logró meterme en las escenas narradas sintiéndo la emoción de los personajes como si lo estuviera viviendo…
Seguramente Asimov lo aprobaría y te alentaría a continuar
escribiendo y que saques lo mejor de tu imaginación,
Me pregunto, si no existirá realmente, en algún lugar del mundo un Dulen, que pueda ayudar a curar el cuerpo y el
alma… Voy a recordar esta magnífica historia! Mil gracias
Kike!
Un abrazo enorme =)
PD.Que pases unos felices días en tu tierra junto a tu familia.
Ahhh…y un besito en el hociquito a Rita, esta lindisima en la
foto!!! :))
Si el relato ya prometía, el final ha superado las expectativas, así que muchas gracias por escribir, por compartir, y por llenar mi habitación con esas notas sanadoras.
Abrazos en do mayor
Fantástico, maravilloso, tierno… eres un genio con las palabras. Gracias por este regalo.
Un abrazo.