Cristales opacos: El Rencor
Nuestra conciencia es una casa llena de ventanas, unas más oscuras, otras más claras. Unas las tenemos más limpias, y otras más sucias, y si las descuidamos, cuando miremos por ellas veremos el mundo de un modo diferente, son cristales como metáforas de egos y rasgos de nuestro carácter, capas de unas gafas con las que vemos todo, y debemos luchar para que sean lo más claras posible, y nunca alcancen su opacidad.
Uno de esos cristales es el Rencor. De un tono verde grisáceo, altera la lógica para hacernos ver a otras personas o cosas turbias, como dice el diccionario, es un «Resentimiento arraigado y tenaz». Muy a menudo, tiene mucho que ver con el amor, pues suele manifestarse con más fuerza hacia aquellas personas que en un momento y otro fueron importantes para nosotros, y aquél cristal color salmón del cariño se empañó de oscuridad. Cuanto más grande sea el amor, mayor puede ser el rencor, y si rascas sobre la superficie no tardarás en darte cuenta de su origen, que deberás aceptar y comprender para que se vaya aclarando.
¿Cómo se limpia ese cristal?
Una gran pregunta, no hay fórmulas universales. Puede ayudar expresar esos sentimientos, liberarte del vaho contándole a esa persona qué te ha molestado, puede ser algo lógico o tremendamente infantil, en cualquier caso, debes plantarle cara. Puede ser también que no sea fácil hablar con la persona implicada, porque quizás otros cristales le impidan ver sus errores, vanidad u orgullo, miedo o prejuicios. Entonces tendrás que limpiarlo con más paciencia y tan solo tu comprensión como balleta. Pero si puedes hablar, libera tus sentimientos, grítalos… o escríbelos, permítete ser infantil si esa es la naturaleza de tu enfado, pero es importante aclarar cuanto antes ese cristal que cada día se pone más opaco, hasta que te hace olvidar por completo que al otro lado, está alguien a quien quieres.
Otro día seguimos con más cristales…
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Muy bonito… limpiar poco a poco el cristal hasta encontrar otra vez, al otro lado a esa persona a la que quieres y recuperar todo ese cariño… yo me permito hablar, patalear, gritar e incluso escribir los motivos de mi enfado según los casos, pero es cierto que a veces la otra parte empaña tanto, tanto, que no consigues limpiar más que desde tu lado del cristal y todo va quedándose vacío dentro de ti.
En otros casos, mejor ni preocuparse en limpiar sino más bien tapiar esa ventana y abrir otra por otro lado…
Abrazos limpios!!!
El rencor me apena, tiene raiz en la incapacidad de pasar pagina, como una espina clavada.
Como formula para limpiar ese cristal yo sugiero un pañito de aceptación, tan necesario y tan poco utilizado.
Aceptar y perdonar, a los demás y a nosotros mismos, q es lo mas dificil.
Beso cristal multicolor.