Pequeños momentos…

Ponerte guapo como si fueras a una cita. Coger el coche y necesitar, a modo de desahogo, las voces de Bruce Dickinson, Chester Bennington y los hermanos Armando y Carlos de Castro. Olvidarte por un momento del corazón en obras, y atravesar Madrid, rumbo a un sitio en el que me siento como en casa. Allí la sonrisa de la excepcional mujer de mi gran amigo, mientras este último estaba en el baño. Una comida deliciosa entre grandes conversaciones sobre tecnología, ciencia y sociedad. El recordatorio de que debía activar las nuevas tarjetas de crédito que desde ahora incluyen chip. Un postre muy divertido, y un café donde mi amigo no reprimió los orgasmos de la crema azucarada y la nata que complementaban su bebida caliente. Más conversaciones de tecnología, verlos estar por casa como si estuvieran solos, dulce confianza. Una moto futurista a modo de regalo de navidad. Buscar sin éxito algún cine dónde ver la última de Narnia sin ser en 3D. Reírnos y ser partícipes de las ñoñerías de la televisión, y ver dos películas a la vez.
Poner rumbo a casa, después de haber sido muy feliz… con el corazón lleno.
Más capaz de posponer preguntas, con más ganas de disfrutarlas cuando se respondan.