La más prohibida de todas las frutas

Ella ha aparecido en mis sueños tantas veces,
que tendría que remontarme media vida en busca del origen…
Recuerdo una cueva, y sus ojos como única luz,
salvo ellos era todo oscuridad, lúgubre… marchito,
y sus labios, hicieron de salvavidas.

Desde entonces,
en numerosas ocasiones se cruzó en mis noches.
algunas yo no quería quererla, otras se vengaba de mi,
eramos la Luna y el Sol,
condenados y complementarios,
con el mundo de los sueños como terreno de juego.

Anoche volvió a aparecer en mis sueños,
sin deudas ni pagarés, ni cuentas pendientes,
tan solo me necesitaba tanto como yo a ella,
nos pertenecíamos… como siempre,
y nos abrazamos…

Sus ojos conservaban ese azul cristalino,
su pelo era tan cálido como lo recordaba,
y sus labios…
seguían siendo la pareja de baile perfecta de los míos…
y bailamos…

La contemplaba admirando la esencia de la belleza,
cada rasgo, cada línea, cada poro…
deseando cada centímetro de su cuerpo,
fantaseando momentos prohibidos.

Atábamos nuestra pasión evitando liberarla,
temerosos de lo que pudiera pasar de soltar las riendas…
…y más besos con sabor a juventud y a «primera vez»,
a inocencia y a vida, a plenitud y a utopía.

Comencé a abrir los ojos sin distinguir entre sueño o realidad,
con su olor a mandarinas envolviendo por completo mi alma,
embriagado por el sueño, triste por la vigilia que llegaba.

Me desperté y ella no estaba
rebusqué entre sábanas, manos y labios su olor,
y una vez encontrado me dormí de nuevo plácido y tranquilo,
prometiéndome no despertar de nuevo, hasta que ella se despierte conmigo…
para quedarse.