De Ferias y Montañas

La búsqueda, quizás sea el camino sin fin que nos empuja en la vida ¿se llega a encontrar el destino? Cada día soy mas de la opinión de que la propia ruta es el sentido de todo…
El tiempo no acompaña en mi estadía gallega, pero el calor lo proporciona una inmensa familia de 5 personas, a quienes de tanto echar de menos he aprendido a disfrutar cuando los tengo cerca… y aquí está mi ciudad, llena de callejones vacíos, de recuerdos, de viajes al pasado con retorno casi inmediato, has de desprenderte de la melancolía antes de que eche raices.
Unas raices engarzadas en un colgante de plata son mi autoregalo de una increíble feria medieval, que viste a la ciudad en sus más mágicos momentos días antes de que empiecen unas fiestas que ilumarán todo Agosto esta costa del gran faro.
Y camino, pienso, cumplo objetivos de cariño y promesas, y me doy tiempo para asentar pensamientos, para encontrar el orden que debe haber en una cabeza a medio componer, recuerdo sentimientos y tomo notas de comportamientos, me dejo llevar por unas vacaciones que no podrán tener el deseado final, y a las que deberé escribir sus últimas páginas improvisando, algo que por otro lado, nunca se me ha dado mal.
¿Que hacer cuando mis padres pongan rumbo a Bilbo?
Seguirles o trazar mi propio camino… hace tiempo que siento que algunas respuestas que necesito las esconde una montaña, un día de cansancio que nos desprende del cuerpo para dejarnos a solas con nuestros miedos y deseos, como un Camino de Santiago… quizás debería visitar mis Ancares y buscar entre sus tres obispos alguna hierba contra el empacho de agonías, expulsar con sudor los miedos, y dejar libre la luz que siento presa dentro de mi, que espera seguir su camino, rumbo a ese destino ya escrito que fue pensado y trazado para mi, por seres que a veces escucho susurrar en mis sueños…