Disculpe ¿va usted a salir?
Algo a lo que nos enfrentamos a menudo los que cogemos el Metro, es a varios tipos de criaturas que son bastante molestos, y cuyo comportamiento pueden acabar por contagiarte en un momento u otro. Una de esas especies, son los migratorios. En los últimos años han cambiado casi todos los trenes, y ahora los vagones van interconectados entre si, lo que facilita pasar de uno a otro, se puede cruzar un tren desde su comienzo a su final caminando. Y precisamente como se puede, ellos lo hacen.
Es gente que se cruza todos los vagones, unas veces sin gente, otras pidiendo a los demás paso ¿Para qué? Para que al llegar a su estación estén más cerca de la salida, esos 17 segundos que ganan podrían salvarles la vida. ¿Son educados? La mayoría, sí, pero para mi su gesto está lleno de mala educación, pues molestan sin motivo a otros pasajeros, que tranquilos, les ven pasar conteniendo las ganas de decirles algo que sería irónicamente entendido como un gesto mal educado. Pocos he visto del caso extremo, la gente que va a trompicones y pisoteando en los demás cuando los vagones están como sardinas enlatadas. De nuevo, un codazo en la boca sería mal visto por una sociedad que no entiende quien es el maleducado.
Otro caso similar, son los seres «Disculpe ¿Va usted a salir?». Son criaturas que patológicamente necesitan decir eso cuando llega su parada. Podrían decir en su lugar «Yupi, ¡Mi parada!» o un «¡Cómo me gusto!«, pero no, emiten un mensaje que es a menudo controvertido y molesto, aunque pretenda parecer educado y considerado. ¿Por qué? Muy sencillo, si hay pocas personas, es más que probable que tengan sitio para salir sin tocarle las narices a quien esté apoyado en la puerta. Si hay mucha gente, el clásico formato «sardinas enlatadas», y dicen eso ¿Dónde cojones quieren que se metan las sardinas para dejarles paso?. Cuando llega una parada se forman corrientes de gente que sale, y la gente suele atender y deja pasar a quien hace gesto de querer salir, tan solo hay que esperar la parada y salir. Los «Disculpe ¿Va usted a salir?» están nerviosos a veces desde varias paradas antes, tomando posiciones para una salida que supone una metáfora de llegar a esta vida, y atosigan con el «Disculpe ¿Va usted a salir?» a todos los que pillan en su camino, hasta que tocan puerta.
Quizás no sea fácil de captar la sutil diferencia entre ser educado y un hijo de la gran madre, puede que solo sea una de mis múltiples taras mentales, pero no puedo evitar creer que tengo algo de razón. La buena educación no debe emplearse como excusa para molestar a otras personas, ni como carta blanca para creer que actúas correctamente. La consideración y la empatía son autopistas de doble sentido.
Y todo esto me hizo escribirlo una compañera que hace eso mismo, usa la educación desbordante y pedante para que le soluciones sus problemas al momento, en lugar de escote, emplea sonrisa y peloteo extremo, pero no puedo evitar ver que en ambos casos son armas innobles, y que es injusto que el que provoca sea inocente y siempre sea el culpable el que explota, es algo que ya aprendemos de niños cuando un hermano hace algo y la bronca le cae al otro pues los padres no tienen la visión completa y culpan al primero que pillan.
Disculpad mis desvaríos mohínos.
PD: Ah, y disculpad también si alguno de vosotros es un emigrante de metro o un disculpador compulsivo, recordad que mi disculpa diluye amablemente las molestias ocasionadas con mis palabras si os han parecido irrespetuosas.
Yo hago las dos
jajajaja sabía que algún comentario así tendría
Dime que por lo menos no eres de las que se maquilla o se pinta las uñas en el metro, ayer me crucé con una… y no tenía ni palabras.
Un abrazo