El día que el Universo dio un golpe en la mesa y cambió mi mundo.

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DISCLAIMER: Si estás muy involucrad@ en mi mundo, quizás sea mejor que no leas esto. Es visceralmente honesto, quizás demasiado, y puede herir sensibilidades. Si sigues y te duele, no me digas que no te avisé.
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¿Cómo se puede explicar un milagro?
¿Cómo se puede contar algo que apenas entiendes pero que has vivido y sabes es cierto?
El 8 de Octubre de 2025, El Universo, o Dios, o el Destino, me dedicaron un rato para hacerme entender cosas importantes.
Lo que sucedió ese día no fue casual, ni probable, ni puede que posible, y sin embargo sucedió.

Al amanecer ese día estaba me sentía bastante bien, tenía «buenas vibraciones», pero no imaginaba que el día daría para tanto.
Me había levantado descansado tras haberme acostado 12 horas antes, aunque mi noche no había sido perfecta. El día anterior, estaba tan seco de energía que tuve que acostarme las 21:00, incapaz de ofrecerle nada más al mundo. Había cancelado antes de acostarme una cita al día siguiente, considerándome incapaz de garantizar el ser buena compañía. Ese 8 de Octubre me tocaba teletrabajo, así que sabía que iba a estar por casa tranquilo, y comencé el día avanzando tareas de trabajo, y disfrutaba del bienestar doméstico, y no intuía todo lo que me iba a suceder poco después.
Por la mañana hablé con mi amiga pelirroja, una revolucionaria de las que están en primera fila en las manifestaciones, e intenté animarla pues estaba pasando una mala época. Confirmó estar inmersa en una etapa muy complicada, y si semanas antes ambos parecíamos tener ganas de comenzar algo, ahora se confirmaba que aquello tenía menos futuro que un submarino descapotable. También recibí un mensaje de la persona con la que había cancelado el compromiso el día anterior, muy subidito de tono, pero a la que respondí adecuadamente recomendándole cordura, y mirarse con un especialista esa necesidad patológica de entrar en la vida de una persona siendo el centro absoluto, algo que no tiene el menor sentido.

Sobre la 13:00 llegó mi ex, trayendo consigo a mi conejito en custodia compartida.
Me tuvo que esperar 10 minutos en el salón mientras terminaba una videoconferencia.
Tras un abrazo inmenso entre personas que se han querido mucho, comenzó a explicarme varias cosas importantes sobre su nueva vida, de esas que si se las cuentas a un dibujo animado deja caer su mandíbula hasta el suelo en señal de sorpresa. El contenido de esa conversación no es relevante, aunque si lo es, que yo ya había soñado con lo que me contó ese día dos noches antes.
Mientras la escuchaba, vi de refilón que me había llegado un mensaje de una aplicación para conocer gente, de alguien con quien nunca había hablado.
Mientras yo estaba desencajado por lo que me contaba, y por haberlo soñado, sentía al mismo tiempo dolor y nervios por lo que me contaba, y paz de poder recuperar una amistad normal con ella, pues llevábamos varias semanas en los que no hablábamos de nada más allá de la gestión de nuestro hijo compartido conejo. Ambos nos sentimos mucho mejor tras la conversación, y pudo irse hora y pico después recuperando parte de su paz perdida, aunque le esperaban días complicados y comenzaba un viaje muy diferente al mío.



📷 Imagen de Pixabay en Pexels

 
Al irse ella volví a centrar mi atención en mi mundo y empecé a procesarlo todo.
Poniéndome al día, tenía un mensaje de la amiga con la que había cancelado el tomar algo esa tarde, muy enfadada por que no compartiera con ella mis malos momentos, y dándole un enfoque muy tóxico a que yo cancelara el tomar algo con ella. Inmediatamente vi que no volvería a ver a esa persona, y que no me interesaba ese tipo de actitud en mi vida. Cosas que en anteriores escenarios podrían llevarme días o semanas… ahora las veía claras al momento.
También tenía un mensaje de alguien que normalmente vive a una hora de mi casa, y que entonces estaba a 20 minutos. La posibilidad de verla me animó mucho, pero de nuevo aparecieron motivos para que algo que el destino ponía fácil, no llegara a materializarse por falta de ganas. De nuevo un «ya habrá más ocasiones» en una futura agenda, de nuevo otro «postponer el vivir» tan de ella. También tenía claro que debía cambiar mi actitud y por mucho que me doliera, renunciar a aquella relación que era medio paso para adelante y tres para atrás.
Me sentía muy liberado por ser capaz de poner en su sitio a personas que en unos casos llevaban días en mi vida, en otros meses, y en otros años. «No trates como prioridad a quien te trata como opción«, resonaba en mi mente mientras ese «dejar ir» que me solía costar tanto, ahora parecía la única opción con cierto sentido, y no me era tan complicado, y sí más evidente.

Tras lo hablado con mi ex ese día me sentía liberado, incluso después de dejarlo hacía medio año, seguía sintiéndome responsable de ella, arreglando a menudo sus tropiezos y sin sentirme ni valorado ni bien tratado. Ahora, ella, era problema de otro. No se me había ocurrido que el que ella tuviera una relación me haría sentir tan bien, aunque curiosamente ya lo había vivido antes, cuando en su día, hace unos años, me dejó para estar con la misma persona con la que ahora volvía después de haberlo dejado para estar conmigo (eso fue un culebrón a la altura de Pasión de Gavilanes).
En aquel entonces, mi falta de dureza en «dejar ir» y cerrar mi relación con ella me hizo pagar un precio demasiado alto, al estropear una relación con una persona de gran corazón cuya bondad es imposible de olvidar. Pero ese 8 de Octubre también me traía lecciones sobre mi querida brasileña, y es que… ella también debía salir de mi vida ese día. Desde que lo dejamos he mendigado un vínculo, en ocasiones me hubiera gustado darnos una segunda oportunidad como pareja, en otras mantener una buena amistad, pero ella se ha cerrado en banda. ¿Es justo su trato? No, definitivamente, no. Sé que cometí muchos errores y que la raíz común no los justifica, pero no hay castigo más cruel que expulsar así a una persona de tu vida, y menos cuándo ha sido partícipe de tantas cosas buenas y positivas en tu mundo. Así que ese día decidí también dejarla ir, siempre le desearé lo mejor porque es de las mejores personas que he conocido, pero ya no lucharé ni esperaré participar nunca más de ello. Hay decepciones que cuesta superar, pero hay quienes te hacen pagar la cuenta que otros dejaron ahí, y hay que entender que la vida, a menudo, no es justa.
 



 
¿Recordáis que os dije que mientras mi ex me contaba cómo había cambiado su vida recibí un mensaje?
Pues bien, aquel mensaje era una flecha directa al corazón. Una persona nueva que sin embargo, parecía conocerme de siempre, y había recibido «una señal» en medio de un proceso gripal que le hizo abrir el programa dónde lo primero que vio fue mi cara. Su perfil parecía escrito para mi, cada cosa que decía… me hablaba. Desde el primer momento todo fue natural y bonito, honesto y emocionante, y tras intercambiar tres o cuatro mensajes ambos enviamos a la vez un mensaje dándonos el teléfono para seguir por un medio menos frío.
Leyendo su perfil, sentía que esa persona era un regalo del destino, tanto es así, que cuando deslizaba hacia arriba el perfil para ver de dónde era, estaba seguro que que viviría muy cerca de mi casa. Y así era, a 10 minutos, en un pueblo precioso que irónicamente, nunca había conocido y que ahora, forma parte de mi vida.
Esta espectacular mujer que ha cambiado mi vida tanto, merece un post aparte.
Ella es… buena, paciente, sexy, dulce, apasionada, inteligente, huele a hogar y besa como un ángel, entre otras cosas.

Y es increíble cómo ese día cambiaron muchas cosas y otras por fin tuvieron sentido.
Mi ex está con una persona que tras un largo proceso,
     por fin está listo para estar con ella.
Yo he cerrado definitivamente dos relaciones
     que llevaba años arrastrando, liberándome de ellas.
Varias personas que «mareaban el pato» más que pretender una relación sana
      perdieron su máscara en diferentes circunstancias.
Y el mismo día en que todas las piezas encajaban,
      llegó alguien con la magia, bondad y belleza, para cambiarlo todo.

No sé si he conseguido explicar algo que llevo dos meses procesando y disfrutando.
El Universo me ha hecho gestos para que no me confíe y sea humilde, agradecido y cauto, y al mismo tiempo… guiños para que siga adelante con el cambio.
Desde entonces, he vivido tantas cosas… pero todas tienen mucho sentido.
El Universo te habla si estás dispuesto a escuchar.
Y ese 8 de Octubre, había una sinfonía esperándome.

Paz, Salud y Amor
️ Bhadraṃ te / Namasté / Kṣemaṃ te

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