Las huellas que dejan en tu pecho algunas personas
Creo que lo más bonito que me ha pasado en la vida es tener el privilegio de compartir etapas de mi vida con personas realmente extraordinarias. Podría pasarme días hablando de ellas o ellos, de lo que supusieron para mi, o del cariño con el que las recuerdo por todo lo que me dejaron, por todo lo que me dieron a muchos niveles. Son criaturas mágicas que aunque tuviéramos diferencias y ya no estén en mi vida, me dejaron una mácula, una huella en mi pecho que ya siempre… llevaré conmigo.
A veces te encuentras con personas que llevan en tu vida desde siempre, y que redescubres de un modo diferente, en este caso, como pareja. Mi gallega y yo compartimos muchas cosas desde que éramos niños, ella juntó sus errores en uno solo, casándose, y mientras tanto yo tuve muchos otros distintos, sin bodas. Así que 17 años después, tuvimos la oportunidad de responder al «y sí…». Y tras un tiempo juntos como pareja en el que aún viviendo cosas preciosas, no conseguimos encajar aún siendo piezas de un mismo puzle, acabamos distanciándonos.
Pero tu corazón no entiende de eso, y posee una memoria especial y diferente, y se niega a comprender, o perdonar, su ausencia mucho más de lo que te gustaría. No es fácil aceptar, que tuve que dejar marchar a una persona sabiendo que jamás podía ofrecerle todo lo que tiene en su hogar. A 600 kilómetros ella tiene familia, sus 3 hijos perrunos, su legión de amigos incondicionales, su hogar… y si tú no puedes mover tu trabajo, debes saber dejar ir. Pero tu corazón a veces te pregunta ¿dónde quedaron esas maratones de cine y series? ¿dónde quedó aquel sentirte comprendido frikinalmente? Qué bonito ser rebasado por alguien que sabe mucho más de tu pasión que tu, y que es más inteligente, cuánto se aprende. Cuántos tatuajes debimos compartir… ¿Dónde quedó aquella historia con alguien que llevaba casi toda tu vida cerca y que merecía un final feliz? Quiero creer que lo tuvimos, que lo tenemos, aunque sea separados… aunque duela, es bonito querer a alguien tanto que seas capaz de dar varios pasos atrás sabiendo que estará mejor sin ti, y que, dejando sitio, llegará alguien que sea presente todos los días, y la cuide como tú lo harías.
Tampoco olvida, mi corazón, a mi querida Valkiria. Con ella pasé algunos de los mejores momentos de mi vida… y sin duda, los peores. Con ella aprendí que hay muros de comunicación que son infranqueables, y que por sencillo que sea algo no por ello ha de ser comprendido. Una persona no debe renunciar a su esencia. A veces tenemos que aceptar que no somos la persona adecuada para alguien, que más allá del amor… un zapato, o una vida, puede quedar mejor a otra persona que a ti. Sé que mis amigos pondrían el grito en el cielo por mis palabras, pero… es lo que siento, y soy incapaz de recordar con rencor aquella etapa tan bonita y diferente de mi vida. En aquel entorno rural, a veces el mundo se quedaba en silencio y parecía tener sentido, y cuando los días te superaban por lo mucho que costaba sacarlos adelante, sabían mucho mejor los momentos de paz y pareja. Pero ella no entendía cómo volteaba yo mi mundo por verla sonreír, ella no entendía que yo dejaba un todo para crear un algo con ellos, y triunfó otra persona que no perdía nada para beneficiarse de su algo. Todos tenemos cegueras que nos impiden ver cosas que tenemos delante, y yo el primero. Pero me reconforta saber que más allá de la locura que casi nos consume ella alcanzó su calma, aunque me mate saber que ya nunca llamará a mi puerta para buscar consejo de un buen amigo o el abrazo de alguien que la quiso más que ninguno, sin las mentiras piadosas de los demás hombres que se cruzaron por su vida para beber de su energía infinita. Ella me enseñó que podía amar con cada parte de mi ser después de la época más larga de mi vida sin pareja. Sólo fui capaz de alejarme de ella… convenciéndome que sin mi, ella podría cumplir sus sueños, y preservando, por supuesto, mi vida y mi salud por encima de todo, pues las cosas se habían vuelto insostenibles y demenciales.
Os he hablado mil veces mi vasco errante, del amigo que posiblemente más ha cambiado mi vida. Me abrió el camino hacia el gran azul, facilitándome aprender submarinismo, me llevó después de muchos años a los juegos de ordenador de nuevo, me enseñó a ordenar mis películas, y con él compartí algunos de los mejores momentos de mi vida, entre risas siempre y sintiendo un apoyo incondicional que nunca había tenido. Por desgracia, una sucesión de catastróficas desdichas hizo que nuestros caminos se separaran, aunque recientemente pude volver a hablar con él y decirle alguna cosa, bonita, que necesitaba que escuchara. Pero ¿Qué pude enseñarle yo? ¿Me habrá echado de menos alguna vez tanto cómo yo a él? Ahora su vida ha cambiado… tiene pareja, estabilidad laboral, muchas cosa buenas… distintas a las que tenía antes ¿Habré tenido yo algo que ver? Del mismo modo que él cambió mi vida, el otro día me decía una amiga que yo pude cambiar la suya, con mis consejos para que no tuviera miedo al amor, a abrirse a alguien, con mi merengue conseguí endulzar su «txuletón» y quizás sí tuve algo que ver en su actual felicidad. En cualquier caso, sólo importa eso, cuándo quieres alguien y sabes que siempre estará en tu corazón, sólo puedes desear su felicidad y ser cómplice de ella, más… cuánto más sincera y plena.
No estaba yo equivocado cuándo decía, poéticamente hablando, que hay personas que se llevan un trocito de tu corazón y que se lo quedan para siempre. No imagino un mundo en que alguna de estas tres personas, y otras que podría mencionar en otro escrito, no tengan siempre en mi un amor equivalente al que sentía al tenerlas en mi presente.
Tanto si algún día me escucháis, cómo si no es así, que sepáis que agradezco lo muchísimo que me distéis, y que no por ello, sino por cómo sois, os querré siempre. Hay vínculos que jamás se desvanecen, y unas pocas personas que cuando te tocan… se quedan en ti para siempre.
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