Aprendiendo serenidad
Reinhold Niebuhr dijo una vez:
Señor,
concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
A veces no deja de sorprenderme cómo tan solo unas palabras, pueden decir tanto y expresar sentimientos tan complejos. Aceptar aquello que no puedo cambiar… es tan difícil aceptar algunas cosas en la vida, y sin embargo, todos en un momento u otro tendremos que enfrentarnos a eso, digerir la rabia, desechar la frustración y esgrimir aunque pese la bandera de la aceptación. Podemos escalar grandes montañas, incluso a veces sentirnos casi dioses, y sin embargo, podemos vernos postrados por una chinita en nuestro zapato que nos haga una herida profunda por el desgaste y nos obligue a detenernos a reflexionar seriamente en nuestro tránsito por la vida.
Te empecinas, el corazón caprichoso, cabezota e infantil quiere algo y no dejará de llorar como un bebé hasta conseguirlo, y tú no puedes darle un bofetón, debes hablar con él, y si un día consigues que lo entienda, puede que al siguiente lo haya olvidado, aunque a base de tropezones, incluso él acabará aceptando y aprendiendo cosas importantes. Somos muy fuertes, y a veces logramos cosas tan increíbles que creemos que lo podemos conseguir todo, pero no es así, hay situaciones en las que solo hay una opción… aceptar que no son para ti, que no las puedes cambiar, y que por mucho que duela, debes claudicar.
No eres peor por aceptar, ni más débil, aunque inevitablemente pensarás si tu cesión fue debida a una falta de fuerza ¿Dónde está esa línea? Tu sentido común será tu única guía… podemos atravesar una pared con la cabeza, pero hay que tener en cuenta que si la pared es muy dura te quedarás antes sin cabeza que sin pared (seguro que hay algún proverbio chino que usa un símil parecido). Entender la diferencia… entre fluir e ir contra corriente, entre querer y ser, entre estar y pertenecer, entre vivir y dejarse morir, entre aceptar y no luchar.
Aceptar que querrás a alguien mientras vivas,
aceptar que no puedes hacerle feliz,
aceptar que no le beneficias estando a su lado,
aceptar que si te vas dejas el hueco para que llegue algo más adecuado,
aceptar… lo cambia todo,
y ya solo queda desterrar la duda con la razón,
y abrazar bien fuerte a tu corazón,
mientras lo calmas.
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