El vaso de agua
Cada uno de nosotros
somos un enorme y delicioso vaso de agua fresca,
y vamos dejando gotitas de nosotros en cada paso.
Una sonrisa a un desconocido, un cuarto de gota.
Lo mismo pasa con hablarle a la gente con cariño y educación,
y con tantos otros gestos con los que participamos del mundo.
Un beso, un cuarto de gota. En los labios, gota entera.
En el cuello… abres la puerta para un diluvio.
Un abrazo, sin prisa, veintitrés gotas.
Y así, gotita a gota, nos vaciamos…
Y por si ese proceso no fuera suficientemente mágico,
resulta qué, para llenarnos de nuevo,
tan solo hace falta respirar profundamente.
No solo eso, respirar conscientemente,
sintiendo solo la propia respiración.
¿A que se te olvida que estás respirando?
¡Hazlo y siéntelo! ¿Ves cómo se llena tu vaso?
¡Eso es! Ahora puedes seguir repartiéndote.
Be water my friend
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