Cómo gaviotas
Las casualidades arremolinadas crean montañas que creíamos imposibles, y que escalaremos repletos por igual de incertidumbre y esperanza. Besos que dan pie a tormentas, que unas veces son de verano, otras convierten nuestro mundo en un pantano, y otras, siembran un cielo despejado.
Es ese movimiento de los elementos por darle sentido a todo, y hacer que parezca vacío a nuestros ojos, cuando está lleno de posibilidades. Desde los caminos destinados a cruzarse una y otra vez, sin saber ninguno de los dos cual es su destino, hasta aquellos cuyo magnetismo les condena a separarse en direcciones tan opuestas que resulta imposible creer que una vez estuvieron juntos.
Distopías concurrentes, posibilidades infinitas, saltos que cuando nacen desconocen si encontrarán en su final asfalto o piscinas.
Caderas aferradas al recuerdo, besos que supieron a poco, recuerdos injustos, historias inconclusas que nos vuelven locos.
Sinceridad desgarradora, salvo con uno mismo, coleccionistas de sombras, jóvenes bailarines que aprendieron trapecismo.
Ojos azules, que abrieron caminos, ojos marrones que nos dejaron heridos.
Aquellas noches de invierno, que nos convirtieron en nosotros mismos.
Beautiful image from Stockvault. Called «Seagulls on beach», from Merelize (thanks)
Una reflexión magnífica de lo que nos trae las «mareas», unas veces ése mar en calma que nos deja en la orilla pequeños tesoros, otras veces un mar bravo y revuelto que deja restos de un naufragio para que nuestro recuerdo de lo que pudo ser y no fue, de lo que fue y no pudo nos deje anclados o nos lleve a aprender…
Un abrazo de gaviota…
Dulce melancolía como un canto de gaviota junto al mar y el viento creando revoltijos…
Namasté, corazón enorme.
Dicese «de vuelta encontrada» Cuando dos barcos naveguen a rumbos opuestos o casi opuestos, con riesgo de abordaje.
Que segunda lectura más bonita tiene esto¡¡¡