Sin derecho al olvido (II)

Jamás he visto nada tan hermoso como la mirada de unos enamorados, pero muchas otras cosas le siguen de cerca. Los anocheceres que la atmósfera azul le regalan a vuestro mundo un sinfín de colores, la magia de las auroras boreales, paisajes, que yo mejor que nadie puedo afirmar que son de otro mundo. Pero ninguno como el vuestro… ese modo en el que algunos pintores captan los secretos del alma, las líneas que sembraron algunos escritores y poetas y que han sido un huracán que ha movido a generaciones enteras. Las religiones, con las que tanto me he reído, en vuestra necesidad de justificar y explicar un más allá que apenas podéis atisbar. Vuestro viaje desde el fuego hasta la fusión nuclear, desde un ojo miope casi cerrado intentando ver a un animal antes de soltar la cuerda de un arco, hasta el Hubble que hace algo parecido con las estrellas.
 

Image from Stockvault. Called «Sunset», from 2happy (thanks)
 
En esta larga vida sin derecho al olvido, he llegado a comprender cómo acabará todo para mi. Me mezclaré lentamente con vosotros, me fundiré con vuestras letras y el arte que de tantas formas lográis captar y expresar, y eso precisamente me irá haciendo humano. Comenzaré a olvidar orígenes y galaxias lejanas, y mi mundo se restringirá a un abrazo, a un beso, a una mirada, una sonrisa cómplice, un guiño o una caricia. Me enamoraré de alguien e incluso, porqué no, formaré una familia. Seguiré relamiéndome con los matices de vuestro mundo, y tendré, al igual que vosotros, que intentar recordar a diario lo importante que es para un ser humano cuidar el alma. Quizás hasta me atreva a intentar hacer arte, según mi alma se humanice, aunque no sé aún qué forma elegiré.
Llevaré una vida, como diríais vosotros, plena.
Disfrutaré de muchas experiencias, de los contrastes, de los colores, de los viajes.
Y algún día, aún lejano, buscaré un rincón donde comenzar tranquilo y sin miedo, el viaje final.
Y tengo la intuición de que ese día pasarán dos cosas:
– Recordaré mi origen, inmortal, príncipe del todo, viajero y eterno aprendiz, durante unos breves segundos.
– Cuando cierre los ojos… como ya hice cien veces antes, lo haré de un modo distinto. Intuyo, siento, sé… que ese día… el olvido será mío.