Escudo humano
Algo que me ha fascinado desde siempre es el modo en que somos capaces de construir escudos a nuestro alrededor, alterar la realidad y dibujarla a medida de nuestras necesidades, y lo que es viento en contra, puede obrar a nuestro favor. Y yo soy el primero que caigo en esto, supongo que es una exageración del optimismo, aderezado con instinto de supervivencia y la inevitable visión subjetiva que estamos condenados a tener del mundo.
Porque la empatía de ponernos en otra piel, sin quedarnos a vivir en ella, y el egoismo de pensar en nosotros antes que en cualquier otra persona, son como el colacao y la leche fría… ¡Dejan grumos! (Siiiii, ese es mi secreto, siempre soy y seré… chico Nesquik!!!). No, a ver, digamos que son… difíciles de mezclar. Nadie es puramente bueno ni malo, una gran mayoría de las personas intenta hacer lo mejor, a veces nos equivocamos, y otras… menos, pues resulta imposible satisfacer a todos quienes nos rodean, mas aún cuando nos incluimos en la ecuación como un factor determinante. Ya decía Woody Allen que «No conozco la clave del éxito, pero se que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo.»
En el amor las cosas que complican, el amor es incontrolable y a menudo, traidor. Recuerdo hace muchos años, que monté un «numerito» para recuperar a una chica que me había dejado. En la ecuación, más cien velas, un ramo de rosas… en fin, no daré detalles, me avergüenza un poco (pero no, no estaba desnudo, fue dulce y… muy inocente); lo que si fue vergonzoso es que tras montar todo aquello, la respuesta obtenida fuera una negativa a volver conmigo. Ella sabía que no podía ser feliz conmigo, y creo que en aquel momento, su mente estaba muy clara. Meses después la tortilla se dio la vuelta, pero no era su cabeza, era el miedo a perder a alguien con quien había compartido algunos de los mejores momentos de su vida el que guiaba sus actos ¿Porqué esa obsesión que tenemos por querer lo que no tenemos y no valorar lo que tenemos? Supongo que forma parte del camino del aprendizaje, el camino que nos lleva a un destino que se convierte en el propio destino, como contaba Kavafis en aquellas maravillosas Ítacas.
Los miedos intentan tomar el control de nuestra vida a diario, no aspiran a una victoria completa, sino a relentizar tu modo de caminar y ajustar tus gafas para que no veas el sentido de ser valiente. Y es nuestra obligación plantarles cara…
[spotify:track:0VfSaqMILMI5IYYLpP9zq0]NOTA: Este post lo escribí hace más de un año, y retocado, lo revivo hoy.
Tal vez no sean necesarios los escudos cuando aceptemos nuestras vulnerabilidades como una parte más de nosotros y no como una debilidad… Y en caso de duda, siempre nos quedará Kavafis.
Abrazo sin escudo
Como ese ying y yang donde la frontera entre el blanco y el negro zigzaguea e incluso dentro del negro hay un punto blanco y dentro del blanco hay un punto negro. Lo teníamos tan cerca y tan lejos, tan claro como difuso. :)
Namasté.